Impulsada por el crecimiento de la población, la expansión agrícola y las necesidades industriales, la demanda mundial de agua se ha duplicado desde 1960.
En América Latina y el Caribe (ALC), se espera que la demanda continúe creciendo, aumentando en un 43% para el 2050, casi el doble del crecimiento promedio global que se proyecta en un 20-25%. [1]En los últimos años, diversos países de la región se han visto afectados por intensas sequías.
En el 2023, México registró su año más seco, con sequías que afectaron al 55% de su territorio. Uruguay enfrentó una situación similar, lo que llevó al gobierno a declarar una emergencia hídrica debido a los bajos niveles de sus reservas de agua, afectando a más del 60% de la población. Los embalses de agua en Chile, y de ciudades como Bogotá y Ciudad de México, están peligrosamente cerca de quedarse sin agua.El estrés hídrico refleja la relación entre la demanda y la oferta de agua en una zona.
La demanda de agua, ya sea para necesidades domésticas, agrícolas o industriales, combinada con la disponibilidad de fuentes renovables como ríos y aguas subterráneas, determinan los niveles de estrés hídrico. Cuanto más cerca está la demanda de la oferta, mayor es el estrés, lo que hace que el área sea más vulnerable a la escasez.
Niveles elevados de estrés indican una mayor competencia entre los usuarios por el acceso al agua.Este #GraphForThought utiliza datos del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) para explorar los niveles actuales y proyectados de estrés hídrico en ALC, considerando escenarios de cambio climático y el aumento de temperaturas globales. La Figura 1 muestra el porcentaje de países que enfrentan estrés hídrico, desde niveles Medio-Bajo hasta Extremadamente Alto según cuál sea la utilización del recurso. Los países con estrés extremadamente alto usan más del 80% de sus recursos hídricos para cubrir sus necesidades productivas y domésticas, con lo que incluso sequías cortas representan un riesgo significativo.
Teniendo en cuenta que el cambio climático impacta la oferta de agua, se examina el estrés hídrico en diversos escenarios de aumento de temperatura, desde escenarios optimistas hasta pesimistas. Tomando como línea base el período 1979-2019, se analizan: (1) el escenario optimista, en el que el aumento de la temperatura al 2100 se alinea con el Acuerdo de París, (2) el escenario intermedio, donde continúan los esfuerzos actuales de mitigación del cambio climático, y (3) el escenario pesimista, en el que se intensifica el uso de combustibles fósiles, llevando a temperaturas aún más altas.En un escenario "Similar al presente", sin esfuerzos intensificados de mitigación del cambio climático, casi la mitad de los países de la región enfrentarán un estrés hídrico medio a extremo para 2080.
Específicamente, el 29% experimentará estrés medio a alto, mientras que el 16% enfrentará estrés alto a extremo. Mitigar el aumento de la temperatura podría evitar que la situación se deteriore más, potencialmente sosteniendo niveles similares a los de la línea base para 2080.

Las consecuencias del estrés hídrico son consistentes en todos los países; sin embargo, la gravedad varía significativamente dentro de cada uno. Las sequías tienden a empeorar las desigualdades relacionadas con el acceso al agua, como se evidenció en un #GraphForThought anterior.El impacto del estrés hídrico va más allá de ser una problemática ambiental.