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Medio Ambiente y Cambio Climático | José Luis Soto

El Espacio de Comunicación Insular publicado a continuación una importante reflexión relacionada a la intervención ha que está siendo sometido el Jardín Botánico, uno de los parques nacionales más importantes, para dar paso a la ampliación de la avenida. La misiva originalmente se ha dado a conocer en Eco-Grupo.

 Por Brígido Peguero

He sostenido reiteradamente que la agresión contra el Jardín Botánico, además de ser violatoria a la Ley de Áreas Protegidas, no tiene ningún sentido. La supuesta ampliación de la vía no resuelve nada, pues al final se formará un cuello de botella y se concentrarán los vehículos en una zona sin salida, pues tanto la avenida República de Argentina, como la Sol Poniente o Carlos Ricart, también están sumamente congestionadas.

Además, hay que dejar bien claro que esa franja de área verde que rodea los terrenos cercados sí pertenece al área protegida. Inicialmente no sólo esa franja, sino otros espacios que le fueron robados formaron parte de la extensión que establece la Ley que creó esa institución, la 456 de 1972. Su extensión original era de 1 millón 800 mil metros cuadrados y se extendía en una franja estrecha hasta las proximidades de la esquina formada por las avenidas Sol Poniente y República de Argentina. 


De tal manera, que esa franja fue dejada fuera de la verja como una forma de que las personas pudieran disfrutar de ella sin penetrar a los terrenos cercados donde están las instalaciones. Incluso, en un momento se había contemplado la posibilidad de construir una ciclo-vía para que pudieran transitar por allí ciclistas y peatones a la vez. Es falso que se trate de un área que pertenece al Ayuntamiento, sino que es parte integral del Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael M. Moscoso. 


Ese proyecto de ampliación de la vía desde su inicio fue enigmático y parecía algo clandestino, pues nunca se daba a conocer en su real magnitud. Se supo que trataban de penetrar 7 metros hacia adentro de la verja perimetral. Luego de la oposición que manifestábamos todos a quienes nos duele este espacio verde, fueron “replanteando” el proyecto. Cada día movían las estacas para un lado u otro. Dijeron que sólo tomarían unos 4, 300 metros cuadrados, y luego aseguraron que no afectarían las plantas y que sólo tomarían “la mitad de la acera”, algo que sólo podía creer un idiota o un sinvergüenza. 


Comenzó la destrucción, desbrozando decenas de árboles, incluyendo cinco robustos ejemplares de palma real, Royestonea hispaniolana, una especie endémica protegida. Otras especies arborescentes afectadas son: Flamboyant, Delonix regia; Uva de playa, Coccoloba uvifera; palma manila, Adonidia merrillii; Areca, Chrysalidocarpus lutescens, y otras que han sido mutiladas y agredidas en sus sistema radical. Y todavía muchas otras serán afectadas. 


Ese proyecto no tiene otro sentido que no sea embolsillarse unos millones de pesos. No hay ninguna otra razón, pues lo único que puede resolver el problema del tránsito es la construcción de un túnel. Una solución muy parcial, pero ya necesaria es la destrucción de la rotonda colocada en la intercepción de las avenidas República de Colombia y Los Próceres. Esa rotonda no tiene razón de ser y se convierte en un obstáculo que congestiona el tránsito. Incluso, desde el Jardín Botánico se había planteado la eliminación de la misma y la reubicación de la estatua de José Martí en una plaza, en el área verde externa del Jardín o en los espacios verdes de la urbanización Los Jardines.


La mutilación del terreno del Jardín es un precedente muy funesto, ya que sentaría las bases para que en el futuro se quiera materializar lo que en muchas ocasiones han tratado de hacer: destruir el mismo o reducirlo a su mínima expresión. No ha faltado quienes hayan propuesto diferentes proyectos mutilando su extensión y degradando su entorno, arrabalizándolo, como se encuentra la periferia del Parque Zoológico Nacional. 


La actitud de indiferencia y de complicidad del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales es deplorable y condenable. Sencillamente se trata de poner la iglesia en manos de Lutero, ya que quienes están en el deber de defender ese espacio se destapan diciendo que esa franja no es parte del Jardín. Y hay que suponer que no se trata de ignorancia.


Esa acción destructora del Jardín Botánico forma parte de lo que está ocurriendo a nivel nacional, que es una verdadera catástrofe ecológica. Mientras arden las montañas, incluidos los parques nacionales, se mutilan las áreas verdes urbanas. El Centro Olímpico ha sido mutilado varias veces. Y ahora la Plaza de la Cultura también es afectada para construir parqueos. Es una barbaridad. Es una perversidad que provoca rabia e indignación. Pero en este país todo se “negocia” y se “maneja”. Los intereses personales y grupales se colocan por encima de los intereses colectivos del pueblo.


Se ha cometido un crimen. Y debemos manifestar nuestro repudio. Y ya sabemos que las áreas protegidas no tienen dolientes en las autoridades. Se impone, entonces, que sea el propio pueblo que asuma la defensa de las mismas. Si no actuamos ahora, luego será muy tarde.