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Migración | Fuente Externa

Las historias de las haitianas Nina, Rosenie, las hermanas Valcin y Gepsie tienen un denominador común: se vieron forzadas a abandonar su país.

Aunque por distintas razones, todas han sufrido experiencias terribles y comparten el mismo objetivo: ejercer el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres y de los migrantes. 

Cuando tenía diez años, Nina abandonó Haití  con su familia, primero hacia República Dominicana con la esperanza de poder estudiar medicina en ese país. Allí conoció a su esposo y, junto con su primer hijo, migraron a Brasil. Con un segundo hijo y la esperanza de un futuro mejor, decidieron migrar a Canadá. Tras atravesar una de las rutas migratorias más peligrosas de la zona, el Tapón del Darién, llegaron a Panamá, donde se encuentran varados porque no tienen dinero para continuar su viaje. 

Las gemelas Jessica y Jess Valcin, por su parte, se enfrentaron a la discriminación racial y fueron víctimas del acoso. Llegaron a Tijuana, México, en 2017 y desde entonces ofrecen su apoyo a la comunidad de haitianos. Ambas estudian psicología y participan en distintas iniciativas culturales para concienciar sobre los derechos de los migrantes y luchar contra la discriminación.  

Las experiencias de estas mujeres con frecuencia marcadas por la discriminación, el abuso y la violencia, han sido catalizadores para que pudieran soñar, liderar y convertirse en activistas.