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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Haití no está olvidado, pero si explotado tal como fue en los años cuando los traficantes esclavistas de los imperios portugués, español, británico, francés, neerlandés, danés; y luego, de Estados Unidos de América.  

Haití no estas olvidado, lo que sucede cada día allí es conocido a nivel mundial por los medios de comunicaciones, tal como sucede con informaciones y noticias de los conflictos en Europa, rebeliones en Francia, luchas en Centro América, tiroteos con armas en Iglesias y escuelas en los Estados Unidos de Norte América. Hay saturación de lo que acontece en esa nación y negarlo es ser farsante y chantajista.

Ahora, las acciones de explotaciones en Haití son generalmente de otras etnias; más, sin embargo, estos son igualmente embaucadores con presencia y dominios en el país y menosprecio de los más vulnerables del sufrido pueblo donde se estima que hay más de cinco millones de hambrientos, insalubridad, carente de ganarse suficiente para sostener la vida.

La esclavitud duró alrededor de 400 años; y fue abolida gradualmente hasta mediado del siglo XIX. Dinamarca fue el primer país en abolir oficialmente la trata de negros en 1792, Francia y Gran Bretaña le siguieron en 1794 y 1807; en la Republica Dominicana, fue oficialmente, el 9 de febrero, 1822; pero, la lucha de emancipación no ha terminado aún.

Haití esta ensangrentado por violencias primitivas, que continúan desde los días de los secuestros en África, cuando se intercambiaban los prisioneros de guerra de otras tribus con los traficantes esclavistas por armas, bebidas alcohólicos y otros productos europeos.  

Haití no está olvidado, si no, arrinconado, relegado y desatendido por los vicios de los usurpadores, por la corrupción y privilegios de unos cuantos, por los países dominantes debido a la exigua importancia de la geopolítica, por la irrisoria importancia del poder de intercambio económico, por el persistente  prejuicio de la negritud que impera a pesar de promulgar los derechos humanos, y por el menosprecio de la sociedad civil que está influida por corrupción, conflictos de individuos y grupos ambiciosos de poder. Se sabe muy bien, lo que está pasando en Haití, no se ha olvidado; pero no hay voluntad de asistir a esa nación.