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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

Se han suscitado dilemas y angustias por lo que sucede en el mundo entero; particularmente, en las poblaciones de la República de Haití y República Dominicana.

El pueblo haitiano atraviesa una deplorable condición caracterizada por problemas socio políticos, catástrofes naturales, violencia grupal, ingobernabilidad, hambre, carencia de justicia, insuficiencia de productos agrícolas, deprimente estado de insalubridad, violaciones de todo tipo, secuestros, intolerancia, discriminación proveniente de las naciones que se enriquecieron con la esclavitud y subyugaron esa comunidad por varios siglos. Por todo esto y mucho más, se siente un estado permanente de angustia, dolor, incertidumbre, por ese desgraciado comportamiento deshumanizante y malévolo.

El pueblo dominicano padece de dilema y angustia por lo que ocurre en el país vecino. Existe el interés de que esa parte de la isla tenga paz, soluciones, estabilidad socio política, una economía floreciente, establecimientos efectivos de desarrollo; pues, “si el pueblo de Haití está bien, la condición en República Dominicana estará mejor”.

En la parte oriental de la isla Hispaniola, se alberga la esperanza de ver mejoría en Haití, ya que su situación causa incertidumbre y tensiones que deben desaparecer para bien de todos. Mientras tanto, el presidente Luis Abinader, y muchos ciudadanos dominicanos, claman y esperan que haya solución a las luchas y malestares de la hermana nación. Se debe hacer lo necesario para asistir a los haitianos en su proceso de recuperación y para establecer lo que conviene legalmente en ambos países; concretar los tratados binacionales, restablecer los intercambios diplomáticos, el flujo comercial y reciprocidad de solidaridad; ya que las buenas relaciones entre ambas repúblicas, a todos los niveles, son convenientes y esperanzadoras.

Mientras se aguarda la esperanza de la pronta y determinante mejoría de las dolencias y dilemas, se plantean las siguientes conjeturas: “El ganado vacuno que sale de la R.D. y es llevado a Haití, presumiblemente, se hace por helicóptero o a través del río Masacre. Esto debe ser así, dado que hay una supuesta organización de funcionarios y 11,000 bien entrenados militares, que patrullan y vigilan celosamente la zona fronteriza; de no ser así, y con sus innegables condiciones; se puede conjeturar que hay una orquestada simulación de engaño, traición y burla a los esfuerzos del Señor presidente de la República Dominicana”.

Se puede añadir, que el trato despectivo y fogoso, que en algunos casos, funcionarios, policías y otros miembros de la Dirección de Migración, están dando a niños, mujeres y estudiantes, puede ser visto y considerado como una forma de poner una mancha de intolerancia al gobierno y al pueblo dominicano; pues, éstos son partidarios de los fundamentalistas y llamados patriotas excitantes, ya que estos apasionados, aparentan ser personas de  mente distorsionada, cautivas de odios, rencores,  intolerancias y de conciencias deshumanizadas.