“Quise poner a las mujeres en espacios que no fueron creados para ellas, disfrutando, que se tomaran selfis, es una fantasía”, dice el pintor José Durán
José Durán es inmigrante, hijo de una inmigrante y pinta a migrantes dominicanas, negras o mestizas, como si disfrutaran de los espacios en los que trabajan con contratos precarios. Así, crea un mundo subversivo en el que la que sirve en el restaurante se sienta a la mesa, la que limpia la habitación, descansa en la cama de lujo, y la estatua imponente de una mujer negra adorna un jardín creado para figuras de mármol blanco.
Y Saray Figuereo, oriunda de San Juan de la Maguana, escribe poesía y otros textos, que ella define como autobiográficos, pero que parecen tener como protagonistas a mujeres de los barrios populares, a gente queer, no binaria y a otros y otras que sobreviven en los márgenes, en esas esquinas donde los servicios son más precarios y se escapa el bienestar.
Entrevistamos a Saray y a José en Libertarias, para comprender los motivos de las historias que cuentan, y ahondar en sus trayectorias artísticas y vitales.
Libertarias. José, has abordado en algunas de tus obras el tema de las mujeres migrantes y has creado para ellas un mundo subversivo en el que pueden disfrutar de los espacios en los que cocinan, limpian y sirven, ¿de dónde viene esta idea?
José Durán. Fui diseñador de moda por muchos años y siempre me ha gustado trabajar con historias y crear fantasías también. Mi mamá emigró en los años 80 (década de 1980) a Estados Unidos. Mami hizo muchas cosas aquí. Era peluquera en Santo Domingo, y cuando vino a Estados Unidos tuvo que trabajar también en la limpieza. Tengo tías y amigas que estudiaron en República Dominicana, algunas son abogadas, pero como no estudiaron aquí, tuvieron que trabajar en estas casas, que es un trabajo digno. Pero, cuando comencé a crear historias con la pintura, quise empoderar a las mujeres que realizan estos trabajos, situación que existe en otras partes del mundo. Cuando vivía en Taiwán, vi filipinas que trabajaban en casas. Quise poner a las mujeres en espacios que no fueron creados para ellas, disfrutando, que se tomaran selfis, es una fantasía.
Libertarias. Saray, ¿de dónde nace tu poema “La Herida”?
Saray. Este poema lo escribí hace un par de año en el marco del “Día de las mujeres afrodescendientes, afrocaribeñas y de la diáspora”. Son historias diferentes, pero al final es una historia común, conectada. No me siento en capacidad de decir las historias de otras personas, pero sí, al contar cómo me siento, mucha gente se identifica, porque es una historia que viene del mismo lugar, del mismo sistema que nos lastima.
Libertarias. ¿Cómo ven el vínculo entre el arte, la denuncia y la transformación social?
Saray. Fui activista de diferentes temas relacionados con la justicia social antes de darme cuenta de mi relación con la poesía y con la escritura. Creo que es parte de mí, mi visión social va a tocar todo lo que haga. La escritura siempre fue eso, ese lugar de expresión. No lo he hecho de forma consciente, no dije “la voy a utilizar para denunciar”, es lo que veo, lo que hago todos los días y acaba estando ahí también. Luego te das cuenta, la gente te lo dice, y le puedes poner más intención, pero no fue así desde el principio. El arte te provoca algo bueno o algo que te mueve, no siempre va a ser placentero.
José. Trato de buscar alguna denuncia social, lo hacía con la moda también. Esa exposición (de las mujeres migrantes) fue inspirada en el periodo Rococó, cuando la esclavitud “floreció”. Europa tuvo toda su riqueza y todas estas casas fueron adornadas con el dinero que se extrajo de la esclavitud. Pongo a las mujeres negras, latinas, en esos espacios, diciendo “ustedes tomaron este dinero para esos espacios, pero ahora estoy poniendo a las negras latinas ahí, diciendo que eso nos pertenece también a nosotros”.
Además de hacer trabajos bonitos, trato de tocar algo que nos haya cambiado la vida. Creo que sí, que el arte es importante para crear denuncia social.
Libertarias. ¿Dónde ustedes ubican el arte que realizan, cómo lo definen y si se consideran parte de una generación, tendencia o movimiento?
José. No sé cómo responder a esa pregunta. Pero ahora mismo pasa algo muy interesante con artistas afrodescendientes en el mundo entero. Antes no se veían tantos artistas como nosotros, ahora hay una tendencia y están creando más imágenes, más historias, antes eran muy pocos (los conocidos). No sé si soy parte de este grupo, pienso que sí.
Saray. No tengo ni idea, dije hace dos años que todavía el hecho de llamarme artista o de llamarme escritora era un lío. Lo único que puedo pensar es que hago poesía autobiográfica, autorreferencial y no es que se va a quedar así, luego encontraré algo más con lo que me sienta cómoda.
Libertarias. José, ¿qué te inspira a representar sujetos en situaciones de no poder, a ponerlos entre el lujo, qué mensaje estás buscando?
José. He vivido más de la mitad de mi vida fuera del país. Las imágenes, las películas que vemos definen otras culturas ante nuestros ojos. Cuando viví en Asia vi que las personas ya tenían una percepción de cómo eran las personas afroamericanas, latinas o morenas por las películas que ven. Mi tención es cambiar eso, cambiar no solo nuestra sociedad, también hacer cambios fuera de ella. Siempre nos ponen como los que limpiamos la casa, la prostituta o el hombre que vende drogas o es pobre. Ponernos a nosotros mismos en otro contexto, en una situación de poder, es un llamado a reflexionar.
Libertarias. Si eres una niña dominicana, y siempre ves a la dominicana como trabajadora del hogar, no te imaginas que el arte o la ciencia es para ti…
José. En Dakar vi señoras limpiando sus casas y señores vestido de traje, manejando sus carros. Mi autoconciencia me decía que eran choferes y trabajadoras domésticas. Luego pensé “No, pero estoy en África, esas señoras viven ahí, esos señores manejan sus carros”… Pensé eso sin querer, imagínate una persona asiática…
Libertarias. ¿Sobre qué otros sujetos o experiencias escriben o crean?
Saray. Le escribo mucho a la experiencia de ser mujer, a personas no binarias o trans percibidas como femeninas. Está tu identidad y también cómo te perciben, porque así te van a tratar. Hay un texto, que es una carta a mi madre, que nunca la va a poder ver, porque fue por ella o para ella, pero cuando ella entre en contacto con el contenido no sé que va a pasar. Habla de las cosas que nos pasan en el día a día y cómo reaccionan los demás a lo que decimos y hacemos. No doy respuestas, tengo muchas preguntas, y me doy cuenta de que no soy la única persona que tiene esas dudas. Es lo que me gusta del arte: ves cómo la gente conecta.
Ves gente que está en diferentes categorías de opresión: eres negra, otra es de bajos recursos, pero como que todo tiene un mismo origen. Al hablar y compartir te das cuenta de que esto es sistémico, no me pasa solo a mí. Que tu voz no salga beneficia a alguien, y tal vez sujetos de los que no hablo en los textos, piensen “esto me pasa también”. Es bueno que nos demos cuenta de que nos están jodiendo y tal vez así nos juntamos.
Libertarias. ¿Cómo decidiste que ibas a escribir y cuáles fueron tus referentes?
Saray. Soy de San Juan de la Maguana, a los 15 años me mudé a Santo Domingo para inscribirme en la universidad. Siempre pensé que me gustaba el arte, pero que no era buena en nada, solo sabía que me gustaba. Entonces leía, veía películas… Y después empecé a hacerme la loca: hay un recital, voy a compartir (mis textos), dejé de darle tanta mente y a fluir. Lo más lindo es la comunidad, conectar con la gente. Tener ejemplos me cambió la vida, cuando me mudé a Santo Domingo, donde el escenario artístico es más grande.
Además, crecí siendo cristiana evangélica y hay manifestaciones del folclor (y de la espiritualidad afrocaribeña), como las fiestas de palo, a las que les tuve terror, ¡pero un terror!, un miedo, una cosa terrible. Ya en la capital, separándome de esas limitaciones, de esos miedos, encontré otros significados en estas manifestaciones.
El arte no es exclusivo (de un grupo). Y ahí quería llegar, sentía esa exclusividad, sentía que el arte estaba lejos de mí. Escribo muy llano. Cuando vi otros ejemplos, como Yaissa (Yaissa Jiménez, escritora dominicana) o Alicia (Alicia Méndez Medina) o Rita Indiana, dije “escribo así, esto lo entiendo”. Los referentes son muy importantes para explorar. Y hay un momento en el que dices “sí, soy artista, con esto conecto”.
Libertarias. José, ¿Cómo diste el salto, de la moda a la pintura? ¿Cómo es este proceso de ser artista para el hijo de una migrante de clase trabajadora?
José. Primero estudié relaciones internacionales, pero me gustaba mucho hacer prendas, crear, y por la influencia de algunas personas que me conocían, me empecé a formar y a dedicarme a la moda. Después de 15 años en la moda, quería volver a la escuela. Decidí estudiar negocios, fui a Taiwán, aprendí mandarín y volví a Nueva York. Ya en pandemia, quería crear, pero no volver a la moda. Poco a poco me puse a practicar, a estudiar pintura, y como siempre he creado arte, he estado alrededor de pintores, me fue fácil, y llegué a ese punto de tener mi propia voz.
Libertarias. ¿Cuáles son sus planes, qué piensan hacer en los próximos meses y años?
Saray. Uno de mis textos se transformó en un corto de cinco minutos para el Premio Joven del Centro de la Imagen. Se estará proyecto en los próximos dos meses. Se llama “Predi-lecciones del Nacho”. estará expuesto por dos meses.
También trabajo con sobrevivientes de violencia en el Ministerio Publico, soy psicóloga de profesión, y me inventé talleres de escritura creativa para sobrevivientes de violencia. Las creaciones me emocionan mucho, me gusta utilizar el arte como vía de sanación. Tal vez alguien no te va a leer un artículo, pero puede conectar con una pintura, un texto, una canción.
José. Estaba leyendo sobre las esclavas que se rebelaban contra sus dueños (colones europeos) en El Caribe. Las mujeres esclavas eran curanderas, pero también se rebelaban. Siempre se habla de los hombres, pero nunca de las mujeres, para mí eso es importante, descubrirlo, investigarlo.