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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Los estigmas sociales persisten como barreras invisibles que separan a las personas, perpetuando prejuicios, discriminación y se encuentran profundamente arraigados en el comportamiento y conducta de las personas, de manera que muchas veces pasa desapercibidos o son tomados a broma, aunque en el fondo, la persona objeto, sienta el peso de la cruz de ofuscaciones, de las cuales no tienen responsabilidad alguna.

 Estas etiquetas negativas e ideas preconcebidas, que pueden basarse en características como la raza, género, orientación sexual o salud mental, contribuyen a la creación de divisiones que afectan la autoestima, crecimiento personal, rezago social y las oportunidades de aquellos que las experimentan, lo cual no es para nada justo ni imparcial.

Es por ello, que, para derribar estas limitaciones y fronteras, es importante que se tomen en cuenta herramientas, que como personas y sociedad, nos permitan tratar a los demás con respeto, sin juicios personales y con igualdad de condición, como formas de apostar por la paz social y el acatamiento de los derechos individuales.

Para apoyar esta cultura, es importante analizar que, los seres humanos nacen libres de pensamiento, conducta y acción y que, la complexión de las mismas, va depender de múltiples factores que no se limitan a lo biológico, sino más bien, a su entorno, personas de referencia o de impacto en sus vidas y que, su entorno o descendencia no determina su destino o futuro, como cada cual, es diferente, siempre que así lo decida.

 Para hacer frente a esta problemática social de larga data histórica, es fundamental desarrollar las siguientes capacidades:

Desmitificar Estereotipos:

Para combatir los estigmas, es esencial desmitificar los estereotipos arraigados en nuestra sociedad. La educación juega un papel clave al desafiar percepciones erróneas y fomentar una comprensión más profunda de la diversidad humana. Al brindar información precisa y experiencias personales, podemos derribar los muros construidos por la ignorancia y la falta de conocimiento.

Pensar en las consecuencias de los Estigmas:

Los estigmas no solo afectan a nivel individual, sino que también tienen consecuencias sistémicas. La discriminación basada en estos prejuicios se manifiesta en el acceso limitado a empleo, educación y servicios de salud, generando desigualdades significativas. Abordar estos problemas requiere un enfoque integral que cuestione las estructuras que perpetúan estas injusticias.

Cambio Cultural y Empatía:

El cambio cultural es esencial para erradicar los estigmas. Fomentar la empatía y el respeto mutuo contribuye a la construcción de una sociedad inclusiva. Celebrar la diversidad y reconocer la fortaleza en la diferencia nos acerca a un mundo donde cada individuo se siente valorado y respetado, independientemente de las etiquetas que la sociedad pueda imponer.

Todos somos iguales, pero a la vez, diferentes.

Historias de Resiliencia:

Contar historias de resiliencia y éxito de aquellos que han desafiado estigmas puede inspirar y empoderar a otros. Estos relatos demuestran que la fuerza de voluntad y la capacidad de superación están presentes en todas las personas, independientemente de las etiquetas que la sociedad pueda asignarles.

 Un Compromiso Colectivo:

 La lucha contra los estigmas sociales no es responsabilidad de unos pocos; es un esfuerzo colectivo. Gobiernos, instituciones y la sociedad en su conjunto deben comprometerse activamente en la promoción de la igualdad y la justicia. La construcción de una sociedad inclusiva requiere la participación de todos, trabajando juntos para superar prejuicios arraigados y construir puentes que unan en lugar de separar.

En última instancia, desafiar los estigmas sociales es un acto de resistencia y solidaridad. Al cuestionar las percepciones erróneas, abrazar la diversidad y trabajar juntos, podemos construir un mundo donde cada individuo se sienta aceptado, valorado y libre de las cadenas de los estigmas sociales.

Eliminar esta conducta, significa un pensamiento profundo y elevado de la realidad y la vida”, es trascender a nuestra realidad. Colocarnos en el centro de un bosque y tener la capacidad de, a pesar de la cantidad de árboles, poder distinguir las cualidades de cada uno, sin que uno de ellos, nos impida ver el gran bosque, y donde esa búsqueda y respeto, empiecen por nosotros mismos/as.