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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Como seres humanos, la individualidad caracteriza nuestra existencia y sentido de pertenencia, por lo cual, cada ser humano, es una pieza única e irrepetible que, con todo y sus partes, se constituye en un elemento vital para garantizar la sobrevivencia de la sociedad, siempre que se abrace la diversidad.

En este sentido, el principio de diversidad refiere la variedad de elementos de lo que cada persona está hecha, que, como los dedos de las manos, todos somos diferentes y distintos dentro de nuestra misma raza.

Por ello que, ser y pensar diferente, más que un acto de rebeldía es una acción de autenticidad y reconocimiento de nuestra propia naturaleza y existencia, que nos llama abrazar la diversidad de pensamiento para romper barreras mentales, expresar nuestras ideas de manera valiente, conocer otras culturas y compartir conocimientos con el mundo.

Aceptar y respetar los demás tal y como son, es un acto de amor propio y hacia los demás, por que bien dicho está, que siempre damos lo que tenemos y ahí, no existen excepciones. 

La libertad solo se descubre cuando das lugar a tu propia voz y dejas salir la chispa que llevas dentro y que solo siendo así, es posible aportar de manera positiva a un mundo más justo, igual y accesible.