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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

El título de este artículo sustituye la primera línea del célebre villancico alemán, “Stille Nacht, heillge Nacht”, conocido en español como,” Noche de paz, noche de amor”; pero que ahora, diciembre 2023, se presenta como “Noche de guerra; noche de odio”.

Es realmente asombroso lo que acontece actualmente en la tierra donde nació Jesús el Nazareno. Allí, en lugar de paz y amor, hay guerra y odio, de manera tal, que los creyentes cristianos y los muchos influenciados culturalmente en todo el mundo, por este apoteósico acontecimiento, están apenados por lo que ocurre en este momento.

Los historiadores cuentan que cuando Jesús nació, en Belén de Judea, durante el reinado de César Augusto, el emperador romano, el mundo conocido de esa época vivía en paz. Fue un espacio de tiempo sin guerras ni revueltas. Fue un período sin luchas entre naciones, los pueblos coexistían en convivencia, tal vez forzada; mas, no habían disfrutado antes de un espacio similar, ni se ha visto en las crónicas de la humanidad un intervalo de paz como el de aquel entonces. 

Sin embargo, se debe reconocer que en las jurisdicciones de Palestina e Israel en tiempos de la vida terrenal de Jesús, había tensión y disputas religiosas entre fariseos, saduceos, familias sacerdotales, levitas, nazarenos, macabeos, esenios, y existían rivalidades entre los activistas políticos y los que consentían la presencia y poder del imperialismo de los césares en Roma. De tal modo que resulta enigmático que esa etapa de la historia fuese un tiempo de paz en los territorios del Mar Mediterráneo.

El período ya mencionado del nacimiento de Jesús, evoca en gran parte de la civilización humana, una imperecedera memoria histórica. De ahí que sea trascendental entre las grandes conmemoraciones y días de fiestas; es una ocasión en que muchos disfrutan de asueto y se regocijan al dejar de lado, momentáneamente, los sinsabores y las penas de la vida.

Mucha gente se anima dando demostración de alegría, de amistad, de expresiones festivas y de familiaridad; aunque otras personas se deprimen por no poder disfrutar del regocijo, ni albergar alegría en sus corazones, ni tranquilidad en sus mentes. En esta temporada festiva y simultáneamente de congoja, debemos esforzarnos en disipar las penas, los sinsabores, las tensiones y dar gracias a la Divina Majestad por una nueva oportunidad para celebrar el nacimiento del Salvador y abrazar a los familiares y amigos, diciéndoles: ¡Feliz Navidad!   

Esta Navidad 2023, debería ser aprovechada para curar corazones quebrantados, comenzando con el nuestro, para descansar de la fatiga física y mental, mitigar la tristeza, elevar el alma, extender la mano al necesitado, alentar al descorazonado, consolar a los que lloran, fortalecer la fe, extender la esperanza y sembrar amor; pero, por desgracia, en lugar de paz y amor, estamos en guerra y odio.

A pesar de la oprobiosa sombra del Medio Oriente, imitemos a los mensajeros celestiales diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre todos los pueblos que gozan de su favor! (Lucas 2:14). ¡Celebremos el nacimiento de un Salvador que es Cristo el Señor!