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Opinión | Doctor Nelson Figueroa Rodríguez/abogado y consultor internacional

En el despertar del siglo XVI,  específicamente en  1507, la ciudad de Santo Domingo fue designada como la primera ciudad del Nuevo Mundo, aquella fundada por el irrecordable Nicolás de Ovando en la ribera occidental del río Ozama, quien es reconocido con una avenida en su honor, y en la plaza España en la referida ciudad se erige una estatua en su honor para enrostrarnos que el 1503 ordenó ahorcar a la cacica taína Anacaona.

 

El 8 de diciembre del 1990 fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio de la Humanidad, bajo el nombre de Ciudad Colonial de Santo Domingo, y  fue allí donde el día 23 de octubre, del presente año 2023 teniendo como pretexto la celebración de una cultura foránea de Halloween. 

 Un vivo reflejo de la transculturización que viene experimentando nuestro país, un grupo de jóvenes exporto a la inmaculada zona, lo que hoy se denomina como “teteo”, acción que produjo una indignación generalizada, no solo de los vecinos del entorno, sino más bien de una  gran parte de la sociedad, al extremo de que la segunda mandataria de la nación se refirió indicando que “abran consecuencias”.

 

A través de distintos medios un conjunto de voces armónicas, que cual coro celestial manifestó su frustración por el horror, considerando  estos actos como propio del “barrio” y del “submundo”, ya que habían violentado la armonía de la zona y la parsimonia  del “señor Bernardino de Meneses y Bracamonte” ( El conde de Peñalba), en su paseo por la calle peatonal que lleva su nombre ( Calle el Conde) y en esas manifestaciones ofendió el decoro de sus residentes, y con ello entorpeció el hábito de caminar con sus damas de compañía de “Doña María de Toledo” al asistir a las misas acompañada de las esposas nobles e ilustres, paseo  que dio origen al nombre de la primera calle del nuevo mundo. (Calle Las Damas).

 

Este acto impúdico, irrespectuoso, violador de derechos, entorpeció el ensueño de sus huéspedes y vandalizó distintas moradas ,cual emulación de una orgia presidida por el dios griego Dionisio (dios de la fertilidad del vino y del placer) y todo esto ante la mirada indiferente de los encargados de resguardar el orden público , pese a que allí está asentado la policía turística, albergada en la construcción militar más antigua de la región, la fortaleza Ozama, construcción iniciada 1502 y terminada en 1508, cuyo objetivo era proteger la ciudad de los ataques, que esta vez no valió la ciudad amurallada, y prevaleció la inacción de las autoridades.

 

El inmaculado tiempo a pasado su manto sobre la zona arropándole con  el olvido y la promesa hecha por las autoridades se ha quedado  acorralada en  la ciudad amurallada ante la mirada oblicua  de asomo  del primer tribunal de la corana española en la isla, La Real Audiencia, que se ha quedado con su mallete en mano para dictar sentencia y solo nos hemos conformado con elevar por la zona colonial una plegaria al destino desde la catedral de Santo Domingo, la más antigua de América, construida por mandato del papa Julio II. Quien ordenó su realización en el 1504.

 

Si bien esta afrenta causó una perturbación cuasi nacional y parte de la sociedad se vio amenazada por el desafío que causó dolor, angustia y desesperación de los habitantes y convidados de la zona colonial, equivaldría a decir que la indignación era legítima, pero ¿Estos actos de indignación se muestran cuando los mismos desconciertos se producen en nuestros barrios cada noche? ¿Nos preocupamos por esas familias que al igual que los de la zona colonial no pueden conciliar el sueño?, son miles de familias presas de su entorno, constantemente amenazas al ritmo del cañón de la pistola, familias expuestas a las cadencias de sus bailes obscenos, morbosos, al ritmo del alcohol que quedan estampada en las imágenes los niños y las niñas de esas comunidades

 

En cambio, cuando estos llamados “teteos” son producidos en la calle 42 del barrio de Capotillo en el Distrito Nacional son aplaudidos, al extremo que las autoridades hacen intentos de intervención para que sea reconocido como “marca país”, aquí no son actos vandálicos, son “manifestaciones artísticas del bajo mundo”.

 

 La indignación social no fue por el acto vandálico en sí, fue por el lugar, por sus moradores y sus visitantes, no fue más que una expresión de exclusión, una indignación social y  clasista, pues  los derechos que le violentaron  ese día a los moradores  de la zona colonial , son los mismos que le violentan cada noche a los residente de los llamados “barrios marginados”, pero cuando se produce en el “submundo”, no producen la indignación de nadie, cuando lo correcto debe ser el repudio total a estas manifestaciones que violenta los derechos independientemente del lugar donde se produzca

 

Pero si la   indignación es por la zona la zona colonial,  esta  tienes muchas cosas de que indignarse, como tener una estatua al Gobernador Colonial  Nicolas de Ovando , un esclavizador y propulsor de las encomiendas que dieron al traste con el extermino de los tainos;  el mismo que a partir de 1502  importó por primera vez esclavos africanos a La Española;  hay que indignarnos porque en  Panteón Nacional mal descansan los restos de María Trinidad Sánchez , conjuntamente con  su verdugo que ahogado de temor ordenó fusilarla, el funesto Pedro Santana.