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Opinión | Fuente Externa

Cuando este boletín analizó la pesadilla viviente de Haití en septiembre, señalamos que el apoyo internacional en materia de seguridad podría ser necesario para ayudar a frenar la terrible ruptura del orden público.

No lo decíamos a la ligera -las intervenciones anteriores dejaron un reguero de abusos-, pero la situación era tan mala que el mundo necesitaba reexaminar su justificada reticencia a implicarse.

La situación en Haití no ha hecho más que deteriorarse desde entonces.

Durante años, el pueblo de Haití ha sufrido una grave crisis política, humanitaria y de seguridad, y las cosas empeoraron aún más con el asesinato del presidente del país en 2021.

Ha habido un aumento de los asesinatos y secuestros, violencia sexual desenfrenada y una grave crisis alimentaria. Los grupos criminales impiden la entrega de ayuda humanitaria a las personas que necesitan desesperadamente alimentos, medicinas y otras ayudas.

En octubre de 2023, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el despliegue en Haití de una misión multinacional de apoyo a la seguridad, que sería dirigida por Kenia. Sin embargo, el despliegue de la misión se ha paralizado.

Ahora ha surgido otra complicación con una sentencia dictada el viernes por el Tribunal Superior de Kenia que impide al gobierno desplegar agentes de policía en Haití. El gobierno está apelando.

Con la violencia extrema y el colapso del orden público que los envuelve, los haitianos se preguntan cuánto tiempo tendrán que esperar.

El Consejo de Seguridad de la ONU volvió a debatir sobre Haití la semana pasada, y la directora ejecutiva de HRW, Tirana Hassan, se dirigió al organismo. Tras recordar a los miembros del Consejo la desesperada situación a la que se enfrenta la población haitiana, explicó la necesidad de que la misión internacional se rija por un enfoque basado en los derechos humanos, y detalló en qué consistiría.

Por supuesto, dados los errores mortales de intervenciones anteriores en Haití, el despliegue necesitará una supervisión diligente. El Consejo también debe apoyar la investigación de las denuncias de abusos y garantizar la rendición de cuentas de los culpables.

Y aunque poner fin al caos violento del país puede ser la preocupación más inmediata, cualquier paz y seguridad duraderas tendrán que hacer más que eso. La población necesita una ayuda humanitaria y al desarrollo bien coordinada y un gobierno de transición que pueda colaborar de forma creíble con los socios internacionales para garantizar el Estado de derecho hasta que puedan organizarse elecciones libres y justas.

Víctima durante demasiado tiempo de los grupos criminales y de quienes los apoyan, el pueblo haitiano merece que se adopten medidas enérgicas para garantizar la justicia y la rendición de cuentas por los crímenes cometidos en el pasado.

Y, por supuesto, la intervención internacional debe frenar el flujo ilícito de armas y municiones hacia los grupos criminales de Haití.

Los haitianos se enfrentan a unos niveles de violencia aterradores, sin precedentes incluso para un país con una historia reciente tan turbulenta como Haití.

Como dice Tirana: "Cada día que pasa sin un refuerzo significativo de la ayuda internacional que aborde todos los aspectos de la crisis se ponen más vidas en peligro". 

Fuente y texto completo https://www.hrw.org/es/news/2024/01/29/respuestas-al-caos-de-haiti