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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

En la búsqueda de un futuro más sostenible, la democratización del acceso a tecnologías de movilidad y energía se convierte en un pilar fundamental para una transición equitativa y respetuosa con el medio ambiente.

Este enfoque no solo aborda la necesidad de cambiar la forma en que nos movemos y consumimos energía, sino que también se esfuerza por hacer que estas soluciones estén disponibles para todos, sin importar su ubicación geográfica o situación económica.

La movilidad eléctrica ha surgido como un componente crucial en la transición hacia un transporte más sostenible. Sin embargo, para que esta revolución sea verdaderamente inclusiva, es esencial superar las barreras económicas y geográficas. La democratización implica hacer que los vehículos eléctricos sean accesibles para una gama más amplia de personas. Esto podría lograrse mediante la implementación de políticas que fomenten incentivos y subsidios para la compra de vehículos eléctricos, especialmente en comunidades con ingresos más bajos.

En República Dominicana, conforme datos publicados por la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), órgano recaudador del Estado Dominicano, para el año 2022 se registraron 1.919 vehículos eléctricos de un total de 311.548 que ingresaron al parque vehicular, lo que representa solo un 0,6% del total de vehículos nuevos registrados.

Si bien existen incentivos a la entrada de vehículos eléctricos, el subsidio al combustible fósil en la región de la cual República Dominicana forma parte, es todavía un factor para tomar en cuenta, lo mismo sucede con el tema de los precios ya que el costo de un vehículo eléctrico puede elevarse hasta tres (03) veces más que un vehículo convencional de gasolina, por lo cual, su adquisición representa prácticamente un lujo que muy pocos se pueden dar.

La infraestructura de carga también juega un papel vital en este proceso. Hay que asegurar que exista una red de estaciones de carga que se encuentren distribuidas equitativamente, tanto en áreas urbanas como rurales, es fundamental para garantizar que la transición a la movilidad eléctrica no excluya a ninguna comunidad. La instalación de puntos de carga en espacios públicos y la promoción de la carga residencial son pasos esenciales hacia esta inclusividad.

La descentralización de la movilidad eléctrica también desempeña un papel destacado. Facilitar servicios de compartición de vehículos eléctricos a nivel comunitario no solo reduce la necesidad de propiedad individual, sino que también amplía el acceso a esta forma de transporte. Esto se traduce en una movilidad más asequible y sostenible para aquellos que de otra manera podrían quedar excluidos de la revolución eléctrica.

La digitalización se convierte en un aliado clave en este proceso al permitir la gestión inteligente de la movilidad eléctrica. Aplicaciones y plataformas digitales que facilitan la reserva de vehículos, la planificación de rutas eficientes y la integración con el transporte público pueden ser soluciones inteligentes y atractivas, que contribuyen a una transición más suave hacia la movilidad sostenible. Es crucial que estas soluciones digitales sean accesibles y fáciles de usar para garantizar su adopción generalizada.

La educación se erige como un componente fundamental de este cambio. La democratización no solo trata de proporcionar tecnologías, sino también de garantizar que las comunidades comprendan y adopten estas soluciones. Programas educativos que promueven la conciencia ambiental y la capacitación técnica son esenciales para construir una base sólida de conocimientos, habilidades y sostenibilidad.

Democratizar el acceso a tecnologías de movilidad es esencial para lograr una transición inclusiva y sostenible. Al hacer que estas innovaciones estén al alcance de todos, estamos construyendo un camino hacia un futuro donde la movilidad sostenible sea una realidad compartida por cada individuo y comunidad.