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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

La comunidad del CARICOM, compuesta por 15 países del Caribe, se ha reunido en Georgetown, capital de Guyana, para analizar, proyectar estrategias y buscar apoyos con el propósito de normalizar, traer paz y gobernabilidad democrática en la defectuosa nación de Haití.

Es oportuno que “tengamos ojo, corazón y mente¨ sobre ese asunto para reconocer lo que acontece en la hermana nación, por la cual debemos sentir dolorosa pena, ya que perdura allí la inquietud y el caos; mas, anhelamos pronta y definitiva solución a estos problemas.

En verdad, vemos, sentimos y nos preocupamos por estar conscientes de la necesidad de implantar estabilidad, institucionalidad, concordancia y paz, en esa parte occidental de la isla de Quisqueya. El gobierno y el pueblo dominicano realizan ingentes esfuerzos para que Haití se libere de esa trastornada situación que se prolonga cada vez más. Los dirigentes de la ONU simulan que no ven, ni sienten, ni entienden lo que está sucediendo en el pueblo de los primeros libertados de la esclavitud en el mundo de la civilización moderna.

Es notorio, que los representantes de las engreídas naciones que dominan la ONU, no dan muestras fehacientes ni intereses concretos y determinantes en la búsqueda de soluciones para el problema haitiano. No se conmueven los Estados imperialistas, esclavistas, colonialistas para auxiliar debidamente lo que ocurre en las comunidades de raza negra/mulata, cuyos integrantes sufren por la colonización de los imperios aludidos.

Lo que acontece en este momento histórico, lo vemos con ojos, lo sentimos de corazón y enfocamos nuestra mente con fe y esperanza de que los debates realizados por los 15 gobiernos, liderados principalmente por afrodescendientes y otros linajes raciales, arrojarán posibles estrategias para propiciar cambios en una nación azotada por el hambre, una nación desangrada, y que está en vías de sucumbir de manera vergonzosa.