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Opinión | Por Gisell Rubiera Vargas, M.A.

Las políticas de género son aquellas medidas y acciones implementadas por instituciones públicas o privadas para promover la igualdad de género y combatir la discriminación basada en el género. Estas políticas buscan abordar desigualdades históricas y promover la equidad entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos, como el acceso a la educación, el empleo, la salud y la participación política.

En nuestro país, la República Dominicana, en general, la concepción sobre políticas y estrategias con enfoque de género, tienden concentrarse en alcanzar el aumento de cuota de participación de la mujer en instituciones públicas y privadas, que se puedan insertar en mercados laborales que tradicionalmente fueron liderados por hombres, o tratar de que ocupen posiciones de toma de decisiones, como forma de que las mismas aporten con su visión, en los cambios que demanda la sociedad.

Aunque en el fondo, el origen de esta política radica en la buena fe de buscar garantizar la inclusión y participación de la mujer en los sectores productivos, hay que acotar que, en la formulación de estas, ha pasado totalmente desapercibida la necesidad de crear condiciones necesarias, que les permitan a la mujer conciliar su vida laboral con las otras cantidades de responsabilidades que históricamente, han recaído sobre el hombro de estas.

Siendo así, es difícil que con el enfoque actual de estas políticas,  la realidad del día a día de la mujeres cambie, ya que no existe tal inclusión, igualdad y mejora de calidad de vida, cuando las mismas ven limitadas para desarrollar sus capacidades, por el hecho de continuar percibiendo salarios bajos que no le permitan disminuir su carga en el hogar sobre el cuidado de sus hijos/as, las labores del hogar, restringida posibilidad para continuar su capacitación profesional, así como realizar otras actividades de ocio, necesarias para mantener el equilibrio de su salud física y mental.

Más que una “oportunidad”, las responsabilidades laborales se convierten en otra carga que aumenta su nivel de demanda tanto física como emocional, teniendo que realizar sacrificios importantes, que a veces, comprometen su bienestar, el de sus hijos/as y familia.

Todavía en nuestro país, es común que muchas mujeres que tienen hijos o que pertenecen a clases sociales empobrecidas, se ven obligadas a tener que decidir entre sus hijos o sus sueños, o en caso de asumir el gran reto de lanzarse al “ruedo”, lograr sobrevivir con todas las trabas y limitaciones que le depara el sistema, solo por el hecho de ser mujeres.

Estos elementos que representan la realidad de muchas mujeres dominicanas, es una obvia injusticia y el mejor símbolo de que aún estamos lejos de las llamadas “inclusión e igualdad”, en un sistema que les dificulta conciliar su vida familiar y laboral.

Es por ello que, aunque es importante que la mujer asuma posiciones de liderazgo, también es fundamental que se creen las condiciones para las mismas puedan desarrollar sus funciones sin las preocupaciones sobre, ¿quién cuidará sus hijos a la salida del colegio porque no tienen como pagar cuido?, ¿quién los recogerá?, ¿Preocupaciones sobre su alimentación?, la falta de tiempo para poder dedicarnos en calidad a nuestros hijos/as,  y otra gran cantidad de cuestiones que muchas veces como madres, nos generan culpa, ya que es imposible cubrir todo, sin resultar afectas de salud.

Aunque nos vendieron e inculcaron la idea de que, las mujeres somos: “la mujer maravilla, super poderosas, multifacéticas”., y que, en ciertos espacios debemos asumir roles masculinos para lograr el respeto y aceptación en nuestras funciones, no es cierto que podamos con todo o que debamos hacerlo todo para cumplir las expectativas de la sociedad.

Es tiempo de romper estos paradigmas y patrones que por siglos nos han dañado y que cada día, nos demanda más y más.  

Somos mujeres, somos seres humanos y como tal, por el solo hecho de nacer y existir, somos valiosas. No tenemos que llevar nuestras vidas al extremo del cansancio, estrés, poner en riesgo nuestra salud física y emocional, para demostrar lo que somos, porque nuestro valor ya fue dado.