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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

La relación de las juntas de vecinos con el ayuntamiento se limita al reclamo de solución de problemas puntuales y coyunturales en sus comunidades.

Las autoridades, por su lado, se consumen en cooptar los líderes con la intención de que estos sean incondicionales a la institución edilicia. Ambos sectores gastan pólvora en garza.

Lo ideal sería que, entre las organizaciones comunitarias y el gobierno local existiera una relación de respeto, cimentada en propósitos estratégicos. Que uno y otro se asuma como instrumento para desarrollar el territorio.

Definiciones básicas

Tres figuras organizacionales que modelan la vida de los ciudadanos en el diario vivir, por tanto, cuanto más se conozcan, mejor.

Ayuntamiento: es el gobierno del municipio, el gobierno local. Según la Ley 176-07, en el artículo 2, establece: “El ayuntamiento es la entidad política y administrativa básica del Estado dominicano, que se encuentra asentada en un territorio determinado que le es propio”.

Lo anterior quiere decir que el Ayuntamiento rige la vida de todas las comunidades que conforman el municipio. 

Municipio: se estructura en tres dimensiones, primera: dimensión social; segunda: dimensión política; tercera: dimensión territorial. La Ley 176-07, en el artículo 22, dice: “El territorio municipal es el espacio geográfico delimitado por la ley de creación del municipio, dentro del cual el ayuntamiento ejerce sus atribuciones…”.

El Dr. Héctor Grullón Moronta, en el libro: “Manual de Derecho Municipal Dominicano”, dice: “El municipio es el territorio en el cual un ayuntamiento ejerce y desarrolla sus funciones y capacidades legales como gobierno local”. (P. 118).

Juntas de Vecinos: Son organizaciones comunitarias conformadas por —como indica su nombre— los vecinos de una comunidad, barrio o paraje si es en la zona rural.

Recalcando las definiciones anteriores, se entiende que, los ciudadanos, las juntas de vecinos y otras organizaciones están en la “dimensión social”. El ayuntamiento, por su lado, representa la “dimensión política”, es el que administra el territorio y regula las acciones de los ciudadanos, estén o no organizados.

El solar donde se construye una casa, un edificio, un puente, una calle, donde se establece una tienda o un almacén, etc., están en la “dimensión territorial”.

Cierto que el Ayuntamiento gobierna el municipio. Pero se ofenden cuando las juntas de vecinos les exigen la solución de los problemas que afectan a las comunidades. Las autoridades deciden, en consecuencia, crear un círculo vicioso de organizaciones que apoyen sus decisiones a cambio de dádivas.

Las juntas de vecinos, por su lado, requieren del gobierno coherencia con las funciones que les corresponde. En sentido general, hacer un buen gobierno. Pero reducen su accionar a la simple protesta sin propuesta.

Protesta que en muchos de los casos carecen de justificación. Sirven, más bien, para chantajear al gobierno y así los líderes sociales manguear un sueldito en el Ayuntamiento. En otras ocasiones se movilizan motivados por líderes políticos interesados.

¿Qué tiene de malo que las juntas de vecinos organicen protestas para exigir soluciones? Nada.

A fin de cuentas, tanto las autoridades como los líderes de las juntas de vecinos u otras agrupaciones cohabitan en el municipio. Por tanto, hay un rol que es compartido por ambos, o sea, toca al Ayuntamiento y a las juntas de vecinos: les toca pensar y planificar el desarrollo del municipio.

Cumplir el rol de desarrollar el municipio requiere preparación de los líderes comunitarios en dos direcciones: primera, formarse una visión del municipio en su conjunto. Segunda, crear capacidades para emprender luchas estratégicas por la solución de los problemas que impiden el desarrollo del municipio y por tanto de sus comunidades en particular. Eso, no se hace solo.

De su lado, a las autoridades les tocan las mismas capacidades que corresponden a los líderes comunitarios. Les toca también poner límites y ser tolerantes.

En consecuencia, el atributo fundamental de las autoridades, de los líderes comunitarios y de los ciudadanos, consiste en desarrollar el municipio.

En suma, lo anterior conduce a que entre unos y otros debería producirse una alianza a largo plazo. Una coalición que les corte el paso a los que pretenden —en el próximo cuatrienio— utilizar los recursos del Ayuntamiento para enriquecer sus cuentas bancarias.