Cada año, en la República Dominicana, el último domingo de mayo se celebra el Día de las Madres, una fecha marcada por flores, cenas, felicitaciones sentidas y regalos envueltos con cariño.
Las redes sociales se llenan de homenajes, presentaciones virtuales y mensajes extensos que intentan capturar —aunque sea por un día— la inmensidad del rol materno.
Sin embargo, más allá de las celebraciones visibles, surge una pregunta que va más allá de lo simbólico:
¿Qué le das a mamá el resto del año?
Porque sí, la intención de dedicar un día para resaltar su labor es noble, y sí, merece cada palabra, gesto y detalle recibido. Pero muchas madres arrastran silenciosamente necesidades vitales que van mucho más allá de un día especial.
Las madres no solo necesitan reconocimiento: necesitan
apoyo real
Las madres —de todas las edades y contextos— suelen ser el corazón operativo de los hogares: organizan, cuidan, prevén, sostienen, acompañan. Pero ¿quién cuida a quien cuida?
Es urgente que más allá de los regalos, se les ofrezca:
· Escucha genuina. Que puedan hablar sin ser juzgadas, sin que se les minimice el cansancio o se les exija siempre estar disponibles.
· Círculos de apoyo. Mujeres que acompañen a mujeres. Espacios donde puedan descansar, soltar, compartir y no sentirse solas.
· Tiempo para sí mismas. Para relajarse, leer un libro, salir a caminar sin una lista de pendientes.
· Apoyo práctico. Que no estén solas en la crianza ni en las labores del hogar. Que pedir ayuda no sea motivo de culpa.
· Atención a su salud física y emocional. Porque una madre desgastada, agotada o con dolencias invisibles sigue tratando de dar lo mejor… hasta que ya no puede más.
· Más comprensión laboral: Como ejes de las familias, las madres deben atender diferentes campos y dar respuestas a situaciones de la familia y sus hijos que no pueden ser delegadas. Es fundamental contar con la comprensión de los entes empleadores para que no sientan estas novedades como limitaciones, excusas o trabas.
El verdadero homenaje: sostenerlas todos los días
No es que esté mal regalar una cena, un perfume o unas flores. Al contrario, son gestos hermosos. Pero el verdadero homenaje empieza cuando reconocemos que su labor no termina al final del día, y que su bienestar no puede depender solo de una fecha marcada en el calendario.
Así que este ya pasado el Día de las Madres, además de la sonrisa, el abrazo y la felicitación, pregúntate:
¿Cómo puedo hacer que se sienta más acompañada todos los días?
Porque una madre amada, cuidada y sostenida, es también una mujer más libre, más sana y viva. Y eso, sin duda, se refleja en el bienestar de los hijos y la familia.