En toda relación de pareja o matrimonio, el amor no puede estar desligado del respeto, y el respeto comienza con el consentimiento mutuo. Aunque en muchos contextos el consentimiento se asocia principalmente con la intimidad sexual, su alcance es mucho más amplio: abarca todas las decisiones que implican la voluntad, el cuerpo, el tiempo o los recursos de ambos miembros de la relación.
Consentimiento en la intimidad: más que un sí
Ninguna persona está obligada a tener relaciones íntimas simplemente por estar casada o en una relación. El cuerpo y el deseo de cada uno merecen ser escuchados y respetados. La intimidad sana solo puede existir si ambas partes quieren participar, se sienten seguras y tienen libertad de decir “sí” o “no” sin miedo a represalias.
En este sentido, el consentimiento:
Debe ser explícito y claro, no asumido.
- Puede cambiar en cualquier momento. El hecho de haber aceptado antes no obliga a aceptar siempre.
- Implica respeto por los límites físicos y emocionales del otro.
- Es un signo de cuidado mutuo, no de rechazo.
Creer que una persona tiene “derecho” al cuerpo de su pareja por el hecho de estar casados es una visión equivocada que perpetúa la violencia sexual dentro de la pareja.
Consentimiento en los proyectos en común
El consentimiento también aplica en los grandes y pequeños compromisos de la vida diaria: desde tomar un préstamo bancario, hasta decidir tener hijos, mudarse, apoyar económicamente a un familiar o iniciar un negocio.
Una relación saludable requiere:
Comunicación transparente: antes de asumir una deuda, abrir una cuenta conjunta o firmar un contrato, ambos deben estar informados y de acuerdo.
- Respeto por el derecho a decidir: imponer decisiones o manipular para que la otra persona acepte algo es una forma de control.
- Corresponsabilidad: si ambos participan en un proyecto, ambos deben ser escuchados, valorar riesgos y comprometerse con lo acordado.
Cuando se omite el consentimiento en temas financieros, legales o familiares, pueden surgir conflictos, desconfianza y desequilibrios de poder que deterioran la relación.
Por qué es tan importante hablar de esto
En muchas culturas, aún se normaliza que en las parejas uno tome decisiones “por los dos” o que la mujer (especialmente) no pueda rechazar la intimidad sin ser acusada de “falta de amor”. Pero esta mentalidad anula la individualidad, mina el respeto y puede conducir a violencias silenciosas pero profundas.
Reconocer la importancia del consentimiento es reconocer que el amor no significa perder la autonomía, sino más bien construir juntos desde la libertad.
El consentimiento es un pilar del respeto mutuo. En una relación sana:
No hay miedo a decir que no.
- Las decisiones se toman de común acuerdo.
- La intimidad se da cuando ambos lo desean, no por obligación.
- Los proyectos compartidos se basan en la comunicación y la responsabilidad conjunta.
Una pareja que respeta el consentimiento es una pareja que cultiva el amor desde la libertad, no desde el control.
No se trata de casarse con momias o robots, sino de reconocer que, son dos personas distintas, dos seres humanos cuyos valores, creencias y sentimientos también valen.