Al enfatizar que en los pueblos dominicanos hay mujeres bellas blancas e "indias" (¿negras no hay?), la política omite una parte muy importante y mayoritaria en esta diversidad de rostros y colores que conforman la sociedad dominicana. Y ahí está la trampa del discurso del mestizaje. Refuerza la idea de que como todos somos mezclados, ninguno sufre discriminación, y se manipula cualquier conversación pública para enfrentar el racismo
Es verdad. Y lo comprobamos en la vida cotidiana. Nos resulta fácil ver la paja en el ojo ajeno, en la casa ajena, en el país de los otros. Ver la viga en nuestras conductas, en nuestras familias… y admitir que nosotros y los que consideramos de nuestro grupo también somos parte del problema puede ser abrumador.
Quizás por esta razón siempre es menos difícil empezar a hablar de racismo con ejemplos de otros países, aunque incluyan a los hijos de nuestra diáspora. A fin de cuentas, siempre cabe la posibilidad de que ese comportamiento sea producto de la sociedad que los acoge y no de la nuestra.
Pero, no nos engañemos. El racismo y el colorismo se expresan en el país en lo grande y en lo pequeño, en la vida privada y en la pública. El constante rechazo a los haitianos, que va más allá del tema migratorio, es una de esas manifestaciones, no la única. El colorismo no es solo contra el migrante, sino también contra nosotros mismos.
En agosto, la ex ministra de la Mujer, Janet Camilo, dijo que en el pasado concurso de Miss RD Universo se escogieron jóvenes "de las más feas del país". Y añadió: "Ahí no había una dominicana que usted pudiera decir representativa de la belleza dominicana, porque usted le quita el maquillaje y peor me imagino que estarán. No es posible que nosotros como país no tengamos la capacidad de montar un certamen de belleza con tantas mujeres lindas que tiene nuestro país, usted camina en los pueblos de nuestro país y lo más que usted ve son muchachas lindas sin maquillaje que tengan su pelo lacio o rizo, lindísimos los dos tipos de pelo, las consigue indias, blancas, las consigue lindísimas las mujeres, pero este año no sé dónde ella fue"...
No discutamos ahora el hecho de que una exministra de la Mujer refuerce, en general, estereotipos de belleza que tienen un impacto negativo en la vida de las mujeres, especialmente de las más jóvenes. Centrémonos en cómo incluye, además, de forma implícita, el tema racial en su discurso y refuerza el mito de nuestro monolítico mestizaje que excluye a las personas negras.
Al enfatizar que en los pueblos dominicanos hay mujeres bellas blancas e "indias" (¿negras no hay?), la política omite una parte muy importante y mayoritaria de esta diversidad de rostros y colores que conforman la sociedad dominicana. Y ahí está la trampa del discurso del mestizaje. Refuerza la idea de que como todos somos mezclados, ninguno sufre discriminación, y se manipula cualquier conversación pública para enfrentar el racismo, que incide en la estima de los jóvenes, pero también en oportunidades laborales. ¿O vamos a hacer como que no sabemos que se prefiere a las personas de piel más clara para determinados puestos, especialmente aquellos de cara al público?
Gracias a que mujeres negras hablaron públicamente de discriminación y asumieron con orgullo el pelo afro a principios de este siglo, se rompieron ciertas barreras, pero falta un largo camino. ¿Y qué decir de los discursos que tienden a minar la estima de las personas negras en espacios de entretenimiento? El pasado lunes, por ejemplo, en un programa de radio, un comentarista le dijo a otro: "Tú tienes los cabellos que sirven pa' frega' caldero", y todos se rieron. Los comentaristas hablaban sobre artistas y figuras públicas que habían usado el peinado tipo afro.
De ese racismo generalizado, que se refleja en la política, en la sociedad y en la cultura, incluyendo los programas de entretenimiento, forma parte la frase de la exministra. Lo tenemos tan interiorizado que se necesita un esfuerzo consciente para no reproducirlo. Cuando ella enfatiza la idea de belleza dominicana basada en la blanquitud y en el mestizaje a través del color "indio", se suma a una política identitaria con profundas bases históricas que excluye la negritud de lo nacional, y que impide enfrentar el racismo y el colorismo de forma eficiente.
En su artículo Las etapas del antihaitianismo en la República Dominicana: el papel de los historiadores, Lil Despradel plantea: «La actitud racista de los mulatos dominicanos delata su alienación cultural, la incapacidad de expresar su particularidad. Discriminando al negro de cuna esclava, y por ende al haitiano, este trataba de olvidar sus orígenes traumatizantes, fuente de vergüenzas y de inferioridad. De allí que, cuando el color tostado de su piel manifestaba visualmente sus orígenes, el mulato dominicano, utilizando un mecanismo de defensa social frente al blanco “superior”, se creó una identidad basada en sus antepasados indígenas exterminados en el siglo XVI. Y se estableció una raza social, el “indio” dominicano». Quienes tienen más de 50 años saben que su cédula identificaba su raza o color de piel como "indio", posteriormente se cambió a "m" de mestizo o mulato.
Las palabras, como vemos, no son inocentes. La idea, implícita en el comentario de la dirigente política, de que la mujer negra no es parte de la belleza dominicana, de que no nos puede "representar", lleva a caminos de discriminación y auto discriminación peligrosos. Las palabras de Camilo desataron mensajes racistas y de odio en las redes sociales. Mucha gente respaldó sus comentarios desde la discriminación más visceral.
"100% de acuerdo con ella. Y entre grupo había que no eran dominicanas, lamentablemente", publicó un usuario de Facebook, que enfatizaba la idea de que muchas concursantes de pieles oscuras no "representaban" la República Dominicana. Otros opinaron en el mismo sentido.
Por suerte, también hay dominicanas y dominicanos que no se dejan confundir por ese discurso del "mestizaje" y la diversidad en el que no todos caben. Una usuaria de Facebook le respondió a la política que es importante no discriminar, porque en el país hay muchas mujeres negras. Esta usuaria reconoce explícitamente a las personas negras como parte de nuestra diversidad étnica y racial y no se deja manipular por un discurso racista que finge que "no ve color" porque “todos somos mezclados”, pero valora más a unos tonos de la mezcla que a otros.
Imagen: Damian Rocafela
*La Canoa Púrpura es la columna de Libertarias, espacio sobre mujeres, derechos, feminismos y nuevas masculinidades que se transmite en La República Radio, por La Nota.