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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Los ciudadanos cogen todo a la ligera. Creen que entrar a esas asociaciones es una perdedera de tiempo. La dejadez tiene a los líderes al garete. Las quejas se reducen a culpar a los ciudadanos. Nunca piensan en una comunicación positiva.

Es que los partidos, igual que sus líderes, no obstante, se niegan al debate sobre su incapacidad para comunicar el mensaje de integración a sus iguales.

La tarea de los partidos políticos y los gobiernos se centra en la comunicación política. Incluso, —de alguna manera— la receta también se aplica a las iglesias y a las diferentes organizaciones sociales.

Cabe entonces, definir, qué es eso que hoy se llama comunicación política: “La comunicación política es toda actividad organizada, dirigida a transmitir un mensaje que permita llegar a los electores con el fin de influir sobre ellos buscando persuadirlos, orientarlos, educarlos e informarlos”, (Comunicación política en campañas electorales – Ágora – pág. 7).

La comunicación, en consecuencia, tiene como propósito principal, modelar la percepción de los otros sobre los mensajes emitidos. Los mensajes que envía —en este caso— la dirección del partido a sus miembros o a quienes ellos aspiran convencer.

Porque en esencia, todo ser humano percibe a los otros en su entorno en movimiento. Pero esos otros también lo perciben a él. Cada uno según su realidad. Es decir, la vida organizativa —sea política u otra modalidad— se desenvuelve como un juego de percepciones. Percepciones de ida y de vuelta, pero con múltiples carriles.

Se desprende de lo anterior que, mientras menos complejo sea el mensaje, más esclarecedor, sencillo y fácil de interpretar será para los receptores. En otras palabras, mientras menos esconda las claves de tus mensajes, mayores serán las probabilidades de persuadir.

La comunicación, sin embargo, no es solamente de los miembros y las cúpulas políticas hacia los ciudadanos para convencerlos de integrarse al partido. El fenómeno se expresa, por igual, desde los líderes hacia la militancia del partido y viceversa.

Y cada actor, sin distinción, se crea su propia interpretación de los mensajes transmitidos entre ellos.

Vista la comunicación como: “…toda actividad organizada, dirigida a…”, se entiende que, el fenómeno de la comunicación es clave en el desarrollo del proceso organizativo. Por eso se dice que, la comunicación es —dicho con propiedad— un proceso planificado.

La planificación —se sabe de sobra— exige aterrizar en los detalles. Pero cuando una agrupación política aborda el diseño de las estrategias de comunicación no hay detalle que sobre. Porque el fenómeno —se dijo antes— es una especie de todos contra todos.

O sea, los actores en escena están siempre analizando o interpretando lo que los demás quieren decir.

Se desprende de lo anterior que, es un peligro planificar actividades amañadas para sorprender a los futuros miembros. La palabra del señor, lo dice: “nada está oculto debajo del sol”. Esas mañas fueron recreadas en el artículo: “Comunicación, clave del liderazgo exitoso”, publicado en este portal en mayo pasado.

El texto se afinca en describir las técnicas de manipulación por parte de los líderes. Pero los efectos dañinos se aplican por igual en el proceso organizativo.

Los partidos políticos deben evitar ser obnubilados por los aires de grandeza. Olvidar la práctica de andar siempre buscando a quien culpar de los errores cometidos. Enfocarse en esclarecer cuáles fueron las fallas y qué hacer para superarlas. Ocuparse en que la comunicación sea cada vez más fluida.

A la cúpula de los partidos políticos le corresponde hacer —tanto interna como externa— cada vez más clara la comunicación. Renovar siempre los canales que facilitan el fenómeno de la interacción social.

Porque una organización —sea política o social— con canales de comunicación interna funcionando a todo vapor, no hay conflicto sin solución. El trabajo externo será garantía de crecimiento moderado —es probable— pero sostenido y sistemático. Los nuevos militantes llegarán de manera natural.

El fenómeno de la comunicación atraviesa de lado a lado todo el proceso organizativo. Esto incluye el comportamiento individual de los miembros y los lideres de las asociaciones políticas o sociales.

En suma, el partido político que logre un sistema de comunicación transparente. Comunicación sin temor a los debates abiertos. Ese partido tiene la música para danzar como una ola de mar en calma.

Porque la interacción social afina la confianza, fortalece al individuo y consolida la construcción colectiva.

Miguel Ángel Cid

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Twitter: @miguelcid1

14 septiembre 2025