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Opinión | Por Roberto Cassá/historiador

No hay duda de que haya tenido existencia una sociedad secreta fundada por Juan Pablo Duarte en 1838 para derrocar el yugo haitiano y es casi seguro que su nombre fue La Trinitaria.

Siendo un tema que ha recibido de alguna manera la atención de la mayor parte de los historiadores dominicanos, existen en realidad muy escasas fuentes sobre ella, prácticamente ninguna producida en el mismo transcurso de su existencia. Esos problemas están recogidos en mi libro Antes y después del 27 de Febrero.

El costo de la clandestinidad Es difícil que se sepa más sobre ella por varias razones: por tratarse de una organización clandestina que no emitía documentos, por el conocimiento de todo lo que escribieron protagonistas años después, por haberse perdido el grueso de los papeles de Duarte y por la existencia efímera de esa organización, según señala el historiador nacional José Gabriel García, la persona que más indagó al respecto.

Características, principio y final A pesar de eso, se pueden llegar a propuestas aceptables sobre La Trinitaria, que paso a enumerar. Casi con seguridad se fundó la sociedad el 16 de julio de 1838 y por un pequeño grupo de compañeros íntimos. No es seguro, empero, que responda a los hechos la ceremonia de juramento de inspiración masónica o de alguna otra entidad parecida, como los carbonarios. Tampoco se sabe el número exacto de iniciados ese día, aunque en general deben coincidir con los mencionados por los estudios críticos de Tejera y Vetilio Alfau Durán. Existen versiones distintas acerca del número de integrantes iniciales y de sus nombres.

El mismo Duarte cuestionó la lista icónica de sus fundadores en conversación tenida con Emiliano Tejera, hijo de uno de ellos. Prácticamente todos eran jóvenes de elevado nivel cultural que pertenecían a los sectores medios y superiores, y se reconocían por los estereotipos étnico-raciales heredados del pasado colonial. Habían recibido formación del mismo Duarte en aspectos tan variados como entrenamiento militar e introducción a la filosofía, aunque se nutrieron de otras figuras de elevado nivel, como Juan Vicente Moscoso (deportado a Cuba por los dominadores extranjeros años atrás junto al arzobispo Varela) y el presbítero Gaspar Hernández, peruano de orientación reaccionaria y españolista.

Aunque el objetivo consistía en derrocar la ocupación haitiana, Duarte hizo primar un paradigma democrático-liberal. El propósito de los trinitarios no radicaba en retornar al orden colonial, como propugnaban los letrados conservadores, sino instaurar un Estado plenamente independiente. Esta determinación nacional fue la que hizo posible el hecho del 27 de febrero, no obstante la oposición de los conservadores.

La Trinitaria no creció demasiado en número después de su fundación, contrario a lo aseverado por García, ni se expandió a sectores sociales populares o a otros municipios, con excepciones. No pasó de tener una existencia efímera. No se ha establecido con claridad por qué dejó de funcionar. Tal vez hubo una delación que aconsejó retirada prudente. De todas maneras, el círculo de partidarios de Duarte continuó labores de propaganda soterrada contra los invasores. Conformaron dos entidades públicas, La Filantrópica y la Sociedad Dramática, una para tareas de bienestar social y la otra para la representación de obras teatrales. 

La creación de La Trinitaria y la cohesión ulterior del pequeño colectivo de patriotas fueron expresión de la emergencia de la conciencia nacional en segmentos minoritarios de la población urbana. Constituyó un esfuerzo suficiente para que se crearan las condiciones para la gestación de un orden independiente. El final de un régimen y el inicio de una nación La fecha de 1838 no fue casual porque se ponía en evidencia el deterioro de la prolongada estabilidad de la República de Haití desde la caída del reino del norte en 1820. Entonces empezaron a hacer implosión los múltiples conflictos entre sectores de la sociedad haitiana.

Poco después, Duarte tuvo la agudeza de estar dispuesto a la concertación de alianzas en dos direcciones: con los liberales haitianos opuestos al absolutismo del presidente Jean Pierre Boyer, y con los conservadores dominicanos, que buscaban el retorno a un orden bajo égida de Francia. La caída del régimen de Boyer en marzo de 1843 activó a los duartistas a desempeñar la función primordial de la ruptura con Haití un año después.

En esos meses los patriotas mostraron estar preparados para expandir su influencia en varios lugares del país, ganar a porciones activas de sectores populares y, al final, después de una disputa de posiciones con los conservadores, entablar alianzas, bajo la dirección de Francisco del Rosario Sánchez, con una porción de estos dirigida por Tomás Bobadilla, lo que desembocó en la proclamación de la República Dominicana