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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Ávidos de adeptos, los aspirantes a cargos públicos van derechitos a donde los líderes comunitarios. Los líderes locales deben estar preparados para verlos antes de llegar. No sea que, al escoger los aliados resulten presa fácil de los políticos.

Los comunitarios, en consecuencia, les toca escoger con quién pactar, a quién apoyar en un proceso electoral. Recordar el ámbito donde ejercerá su función cada aspirante a un puesto público. La clave para decidir a quién endosan su voto.

Los que están lejos

Los candidatos nacionales, igual los provinciales se hace difícil localizarlos para solicitar alguna solución en la comunidad. ¿Rechazarlos? Negativo.

Sin importar el esfuerzo realizado —pongamos por caso— se hace difícil siempre comunicarse con el Presidente de la República. Múdese cerca del Palacio Nacional. Reclame ser amigo del mandatario. Todo será en vano.

Elegido y juramentado, el Presidente es arropado por la silla de alfileres. Sustituye los amigos habituales por otros. Le crea un nuevo círculo de interacción social, de gente de negocios. El mandatario acepta con gusto.

Los senadores y diputados son electos en el nivel provincial. Representan una provincia. Sin embargo, después de elegidos, rara vez se les ve el celaje en la demarcación que lo eligió. Ambos —senadores y diputados— ejercen sus funciones lejos del municipio. Se pasan todo el tiempo en la capital.

Los grupos comunitarios, no obstante, les resulta imposible dar seguimiento a la gestión de estos funcionarios. Pasan cuatro años sin que puedan lograr una conversación para reclamarle lo prometido en la campaña. Evaluarlos se dificulta.

Los que están cerca

Los candidatos locales, contrario a los anteriores, se localizan en cualquier rincón del municipio. Se puede —en ocasiones— vocearle en la calle ¿cuándo cumplirá con lo que nos ofreciste? ¿Apoyarlos sin reservas? Para nada.

Los duchos y los inexpertos lo repiten sin cesar: en el municipio está el gobierno cercano a la gente. Las autoridades convergen en el Ayuntamiento que es el gobierno del municipio.

Alcaldes y vicealcaldesas o viceversa, son electos en las elecciones municipales. A estos les corresponde gestionar y administrar el gobierno local. Encabezan el ejecutivo del Ayuntamiento.

Son elegidos también, los regidores y regidoras según establece la ley. Estos conforman el Concejo de Regidores. Les toca regular las decisiones del Ayuntamiento.  Es decir, regular y monitorear el ámbito de acción del alcalde.

La cercanía convierte a las autoridades locales en presa fácil de la vigilancia comunitaria. Evaluarlos es más objetivo.

Pero que los primeros estén lejos y los segundos al ladito de nosotros no significa que tengamos que rechazar unos ni apoyar otros. Porque los líderes comunitarios tienen derecho a votar por los candidatos del partido político de su preferencia, si lo tienen.

Movilizarse a votar, no obstante, es diferente a llegar a un acuerdo de apoyo mutuo. Los líderes locales, en ese sentido, deberían pactar con los aspirantes a cargos municipales. El cumplimiento de los acuerdos sería más probable y realista.

Por el desarrollo local

Todo acuerdo debería ser sobre la base de soluciones que contribuyan al proceso de desarrollo del municipio. Que en última instancia se expande a lo nacional.

Autoridades y comunitarios deberían saber que el desarrollo es expansivo si se gestiona desde lo local. Porque lo pequeño desea ascender. Lo local aspira ser ejemplo para lo nacional.

Pero gestionar el desarrollo desde las altas instancias es lo contrario. Nada lo hace aterrizar. Lo nacional —diferente a lo local— anhela ser ejemplo de otros países, salvo alguna excepción que preste atención a lo particular.

Entonces, los líderes comunitarios deberían ponerse a una para elegir los alcaldes y regidores que más convenga a sus municipios respectivos. Y luego de electos obligarlos a cumplir los acuerdos firmados en la campaña.

Los candidatos nacionales y provinciales pueden apoyarse al través de los acuerdos locales. Lo local, lo municipal es el centro de lo comunitario.

Los comunitarios, en consecuencia, darían inicio a la construcción —junto a las autoridades locales— del “municipio que queremos”. El gobierno central no dudará en querer aprovechar el empuje que represente el proceso.

Por todo lo anterior, hay que tener presente siempre el objetivo primordial del grupo, el que nunca debe perderse. El fin último.

¿Cuál es el fin último que la comunidad nunca debe perder de vista?