“…A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías…” (Lucas 1:53)
Es viernes, 2 de julio de 2010. Todos los niños de la rectoría han recibido un permiso muy especial: en lugar de irse a dormir a las 8:30 pm como los demás días, pueden permanecer frente al televisor hasta la medianoche para ver el tan esperado partido de fútbol: Ghana-Uruguay.
Como en todo el continente africano, aquí, en la sabana de Zambia, todos apoyan a los futbolistas ghaneses y esperan que este equipo gane el trofeo. Al final del primer tiempo de este partido histórico, cuando Ghana marca el primer gol, todos los niños empiezan a cantar y bailar. Están convencidos de que África llegará a la cima del mundo. En el segundo tiempo, cuando el equipo uruguayo logra empatar, el ambiente se tensa, pero la esperanza permanece intacta. Un minuto antes del final del partido: ¡penalti para Ghana! Todos confiamos en que la victoria está en nuestras manos.
Pero por primera vez desde el inicio del Campeonato, Gyan, uno de los mejores jugadores ghaneses, falla su disparo. Las prórrogas no alteran el resultado final: 1-1. La victoria se decide en la tanda de penaltis. Tras tener la victoria prácticamente asegurada, la selección de Ghana pierde el partido y queda eliminada del Mundial.
Todos los niños agachan la cabeza y me miran con tristeza sin decir una sola palabra. Junior rompe el silencio: «¡ Los africanos siempre perdemos !». Nos vamos a la cama con un sabor amargo en la boca. Durante parte de la noche, no dejo de pensar en las palabras del pequeño Junior.
África: El “escándalo geológico”
¡Sí! Es cierto: África siempre pierde.
Tomemos como ejemplo Zambia, donde resido. Según la revista « Jeune Afrique » («Joven África»), este país africano ocupa una posición estratégica en materia minera. Es el cuarto productor mundial de cobre y el segundo de cobalto. Además del cobre y el cobalto, Zambia cuenta con numerosos yacimientos minerales: zinc, níquel, plata, oro, uranio, manganeso, hierro, carbón, etc. Esta región de África ha sido descrita como un «escándalo geológico » debido a la enorme cantidad de recursos naturales. En 2006, la producción de cobre de Zambia ascendió a 515 000 toneladas.
Sin embargo, los habitantes de esta amada tierra viven en una pobreza extrema. Según el Banco Mundial, en Zambia el ingreso promedio per cápita es uno de los más bajos del mundo: 850 dólares al año. Esto significa que cada zambiano cuenta diariamente con apenas 2 dólares y algunos centavos para cubrir sus necesidades básicas. Los diez países que se encuentran al final de la lista son casi todos africanos. En Haití, el país más pobre del continente americano, la cifra asciende a 1630 dólares al año, el doble que en Zambia. En Bélgica, cada habitante tiene un ingreso promedio de 28 930 dólares al año. ¡La diferencia es abismal!
Pero entonces, ¿adónde van todos los recursos naturales de Zambia? Seguramente usted sabe la respuesta. No en vano, las grandes naciones coloniales europeas lucharon durante años para llevarse una buena parte del fabuloso pastel africano.
¡Sí! África es la gran perdedora de la historia. África siempre pierde.
Nuestro Dios es el Dios de los perdedores
Al día siguiente del famoso partido de fútbol entre Ghana y Uruguay, le pregunté a Junior por qué África siempre perdía. Me miró con ojos tristes:
"¡ Es una pregunta difícil !", dijo.
—¡Quizás sea porque Dios no es bueno ! —respondí para provocarlo un poco.
¡ No! Dios siempre es bueno. Por eso, los ricos no siempre serán ricos. Un día, todo cambiará y África vencerá .
Esta respuesta me hizo pensar en Ana, la mujer estéril del primer libro de Samuel. Marginada y maldecida por su incapacidad para tener hijos, entre lágrimas oró a Dios y Él escuchó su llanto de dolor.
Poco después de dar a luz al profeta Samuel, expresó su alegría en un canto de esperanza: " Los saciados se alquilan por pan, pero los hambrientos ya no tienen que trabajar; la estéril da a luz siete veces, pero la madre de muchos queda desolada." (1 Samuel 2:5)
Y por supuesto, también pensé en esa pobre muchacha llamada María. Nacida en una aldea olvidada, su vida no tenía un futuro brillante. Embarazada sin estar casada, fue condenada a muerte. Pero gracias a la palabra del Dios de los desamparados, ella le dio al mundo la Luz.
Dios siempre está del lado de los perdedores de la historia. María estaba convencida de ello y, siguiendo a Ana, proclamó la verdad del Evangelio: «...El Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí... Ha humillado a los arrogantes de corazón. Ha derribado a los príncipes de sus tronos y ha exaltado a los humildes. Ha colmado de bienes a los hambrientos y ha despedido a los ricos con las manos vacías. » (Lucas 1:49, 51-53).
Tras esta canción, podemos contemplar la Cruz: símbolo por excelencia de la derrota total. Despojado, humillado, en agonía, el Crucificado reúne en sus brazos quebrantados a todos los perdedores de la historia. Sufre con ellos y muere con ellos para llevarlos a todos hacia la victoria final, la Vida eterna.
¡Sí, hijo! África no siempre será la gran perdedora de la historia. Gracias a la profunda fe y la incalculable generosidad de sus habitantes, gracias a la fuerza de Dios, África alcanzará la cima y triunfará en la vida.
Cristo pasa su vida con los perdedores de este mundo.





