Los enfermos padecen sin encontrar un samaritano que se conduela de ellos. Hasta las aspirinas escasean en las boticas. Es como si el sistema de salud a nivel general fuera consumido por un fraude astronómico.
Lo ocurrido en el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa) es como las manos limpias en las elecciones de 1982. Talvez como la corrupción que no se atreve a cruzar la puerta del despacho presidencial.
Merecen mención los aviones Súper Tucanos comprados a Brasil a precio de vaca gorda y, el colibrí de vuelo bajito con la colección de relojes Rolex a bordo. O, quizás, recordar los guantes blancos en las manos de los ciegos de la Lotería Nacional.
Puede inclusive, pensar en Odebrecht, constructora brasileña que instaló el Departamento de Sobornos en el mismísimo Palacio Presidencial. O traer a la memoria las jeringuillas donadas por los chinos, pero que SeNaSa prefirió comprarlas por más de mil quinientos millones de pesos. No querían deberle ni un centavo a los chinos.
Podría, si se quiere, llenarse libros enteros recordando casos de corrupción en el ámbito público. Señalar las vinculaciones del sector privado —sobre todo— del empresarial: siempre protagonizando la película. Pero en secreto, creen ellos.
No hay gobierno que se escape ileso. Todos, al pararse de la silla de alfileres salen con el fundillo manchado del robo. Sin importar si existe o no una sentencia condenatoria. Salvo el ejemplo heroico del expresidente Dr. Salvador Jorge Blanco, (1926-2010), único presidente condenado.
La suma de los casos de robo, deleznable —como lo califican los abogados— arroja una lista kilométrica. Cada uno merece ser vociferado en la Plaza de la Bandera, todos vestidos de negro entero. Puede ser en una marcha con indumentarias verdes.
Sin embargo, los promotores de las camisas negras y los de las banderas verdes están demasiado ocupados para andar de vocingleros en las calles. Parece que, además, la CIA-USAID está negada a financiar esas movilizaciones patrióticas.
Pero no se trata de salir a la calle a gritar: ladrón, ladrón, ladrón, ladrón. “Ladronasasaso”. No. No hace falta eso.
Se trata más bien, de armar un movimiento político cuyo objetivo principal no se reduzca a conquistar el poder. Un movimiento que se proponga rastrear datos sobre las acciones del gobierno, analizar esos datos para luego ejercer presión política y legal.
Es urgente que, exista un partido político inquisitorio. Un partido que en cada intervención pública pregunte por qué los precandidatos presidenciales del PRM guardan silencio rotundo sobre lo que pasó y pasa en SeNaSa.
Un partido que se dedique a desenmascarar, quitarles la careta a los que están detrás del desfalco en SeNaSa.
Porque, cuando todos sonríen a los que exhiben el poder adquirido están alimentando lo mal hecho. Sepan que, los que ostentan el poder solamente se espabilan cuando lo presionan.
En suma, cómo puede sanarse la gente si el dinero del seguro es para comprar relojes por docenas y de ocho millones de pesos en adelante. Nadie se sana con SeNaSa.





