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Opinión | Doctor Nelson Figueroa Rodríguez/abogado y consultor internacional

El país está inmerso en sus tradicionales fiestas navideñas, una manifestación cultural acogida por nuestra sociedad, fruto de la imposición de los conquistadores españoles. Afianzada a través del catolicismo, pero que, al margen de cuál sea nuestra religión o credo, ha sido asumida por la gran mayoría de la población, y ya es parte de nuestra idiosincrasia.

La Navidad es un momento para reencontrarnos con el Dios de la vida, volver al origen,  la cena en familia, el traslado a nuestros respectivos pueblos, promover el compartir, fomentar la solidaridad, darle un cambio de pintura a la vivienda y decorarla, cambiar algunos artículos del hogar , organizar viajes, hacer intercambios de regalos,  efectuar encuentros de amistades, promociones , ya sean de la escuela , el colegio o la universidad, al igual que actividades festivas de las empresas, los centros de trabajo, las juntas de vecinos y de condominios, recordar a nuestros seres que ya se han ido y  sin dejar de pagar extras  a todos aquellos que  nos prestan un servicio, los cuales nos envuelven con la icónica frase de “ dame mi Navidad”.

Si bien es cierto que la misma ha ido perdiendo relevancia y presencia como causa de la invasión de culturas foráneas que han ido arropando  a nuestro país; aun  esta costumbre y tradición se mantiene a flote,  y es lo que tenemos que preservar para mantener viva nuestra identidad, que en  estos momentos  es de suma  importancia capital, visto que, esta tradición se fundamenta básicamente en la integración de la familia,  núcleo que está siendo constantemente bombardeado por los distintos medios y grupos hegemónicos,  que procuran  mantenernos  disgregados y con pensamientos individualistas. Donde la familia queda relegada a un segundo plano y el factor producir  dinero es el eje y centro de la sociedad.

Con la migración de muchos  dominicanos  hacia los Estados Unidos de Norte América,  donde se asientan y residen un  número importantes  de nacionales de nuestro territorios, sumado esto a la cantidad de personas que tienen como destino turístico las urbes estadounidenses, así como la influencia de los distintos  medios de comunicación, cada vez más, se van incorporando nuevos elementos culturales ajena a nuestra costumbres, las cuales están siendo acogidas como culturas globales que van deteriorando nuestra identidad como pueblo.

En muchos de nuestros hogares la cena de Navidad con la familia, está siento desplazada y,  el icónico día del veinticuatro de diciembre, se siente amenazado por el mes de noviembre con la celebración del  Thanksgiving (Acción de Gracias en Estados Unidos) de la cultura anglosajona,  donde el cerdo y el pollo horneado símbolo de nuestras tradiciones,  está siendo sustituido por el   pavo, símbolo de la costumbre estadounidense. Si bien es cierto que ésta celebración es importante pues, siempre hay que sacar un día para dar gracias, no es menos cierto, que la celebración de la misma en el país, está más asociada a demostrar un mayor glamour y un estatus social, idealizado para llamar la atención en las redes sociales, aunque un grupo importante lo hace por la cercanía con esa cultura.

No critico aquellos que se están enfocando en celebrar actividades y celebraciones ajena a nuestra cultura como Halloween, y que la compra de la vieja Belén, la estemos postergando  para efectuarla en el  Black Fraiday, pues estoy consciente que la influencia de la principal potencia mundial es determinante en la  imposición de su cultural, por lo tanto tenemos que fortalecer nuestras tradiciones para mantenerla viva, y seguir disfrutando del jengibre, el chocolate caliente, la telera, los pasteles en hojas, el moro de gandules, sumado y sazonado en fuertes abrazos de afectividad y de felicitaciones hasta de aquellos que no conocemos, porque es lo que somos como pueblo y esa alegría es lo que nos caracteriza y es nuestros sello distintivo como nación.

Mantengamos nuestras tradiciones y el espíritu de la Navidad, pues es una temporada hermosa, donde la palabra gratitud se pone de manifiesto, por ello aprovecho esta temporada para darle las gracias a todos mis lectores, por su tiempo, sus críticas sus comentarios y retroalimentación. Las aprecio y las valoro y, solo me resta desearle, una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo para ustedes y todas sus familias. A mantener viva nuestras tradiciones, a mantener nuestra identidad y nuestra dominicanidad.