Contáctenos Quiénes somos
Opinión | José Luis Soto

En víspera del 1 de enero del 2015. Año Nuevo. La prensa recoge en sus páginas, como el amarillismo más tradicional una nota informativa acompañada de una fotografía que habla por sí misma que a todas y todos los que ejercemos el periodismo nos debe llamar la atención

 Una mujer supuestamente con alguna enfermedad mental habría matado a su hijo, llevando el cadáver al Hospital Robert Reid Cabral, donde ésta admite que mató la criatura.

Siendo así, la escena que nos presenta la imagen es de una brutal agresión de los reporteros contra la mujer mientras los agentes policiales la sostienen. Interrogatorios como ejercicio policial. Preguntas que la mujer no puede responder mientras el dolor de la ética periodística se la lleva el viento.

Igual, médicos y funcionarios del  referido hospital se aventuraron admitir Ana Iris Paredes, nombre de la mujer dio muerte al niño. Pero además razonar sobre el estado de la supuesta matadora, sin esperar una investigación al respeto, premisas que fueron divulgadas por los medios de comunicación. En el presente caso por la brevedad de los hechos no habían intervenidos fiscales, la policía y menos aun los médicos especialistas para evaluar el estado de salud de la señora.

Quienes sí actuaron como acusadores y acosadores fueron los y las periodistas que estuvieron presentes cubriendo el lamentable acontecimiento. El cuento está en la falta de tacto. De sensibilidad. De ética. De profesionalismo a la hora de abordar casos como el presente.

Historias humanas se pudieron haber escrito.