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Opinión | César Pérez

Los vientos que según Leonel lo conducían a Palacio, han tomado otro rumbo. No sabía él que, por la lógica de la lucha política, estos tomarían el rumbo hacia una confrontación con Danilo que por esa misma lógica deberá zanjar quién es el principal líder del PLD, un debate que aquel planteó tan pronto dejó la presidencia de la República.

 

La resolución del Comité Político de enviar al Congreso un proyecto de reforma constitucional que permita la repostución de Danilo, brinda a Leonel la oportunidad de demostrar en la práctica su concepción sobre qué es un líder y quién realmente lo es dentro de ese partido.

Leonel y su grupo no han aceptado esa resolución, desatando una crisis de una profundidad jamás conocida por esa colectividad. Sus seguidores en el Congreso dicen estar “firmes” en su rechazo a la pretendida reforma y de mantener esa “firmeza” esta no pasaría, convirtiendo la victoria de Danilo en la última reunión del Comité Político en una peligrosa derrota en su pulso con Leonel por la principalía del liderazgo en el partido y por consecuencia, en una victoria parcial de este último.

De producirse esa circunstancia, la lucha entre ambos se situaría en un inesperado escenario. Danilo se vería impedido de reelegirse, una derrota que podría debilitar momentáneamente su liderazgo. En la inmediata convención interna podría imponer uno de los suyos como candidato e impedir una eventual candidatura de Leonel, pero pagando un altísimo precio y la confrontación entre ellos se seguiría en un escenario de relativa igualdad de condiciones. Danilo seguirá siendo presidente de la República, pero no candidato y potencial presidente hasta el 2020, pero con menos margen de maniobra para seguir erosionando el poder que tiene Leonel en diversas instituciones del Estado.

No es seguro que un eventual candidato impuesto por Danilo gane las elecciones, y de perderlas, cosa que está dentro de las probabilidades, abriría una coyuntura en la que Leonel tendría una inesperada oportunidad para recuperar la principalía en el partido, perdida con el ascenso al poder del danilismo. Ese escenario, surgido del rechazo a la reforma constitucional, sería la única posibilidad de Leonel de mantener vivas sus esperanzas no solo de volver a ser presidente, sino de ser el líder que dice ser, al punto de compararse con líderes históricos religiosos y militares de dimensiones universales.

Cualquier acuerdo a que eventualmente llegue, como vaticinan algunos, que signifique quitarse del medio y permita el paso de la reforma, representaría una transacción que en esencia constituiría una rendición, no importa lo que le den a él y su grupo. Resignaría sus aspiraciones políticas inmediatas y quizás mediadas, demostrándose además la inconsistencia de sus argumentos teóricos sobre qué es un líder y que ese líder es Danilo.

Tal parece que la vieja guerrita entre ellos ha pasado a la fase de guerra frontal, de trincheras, y dada la circunstancia en que se desarrolla, la presente batalla podría ganarla Leonel, dándole la posibilidad de revertir la tendencia hacia la irreversible pérdida de su poder y de restablecer su principalía como líder del PLD.

Es su única oportunidad para conservar, tanto la cara como el pellejo.