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Opinión | Roudy Joseph

“Hoy día la diversidad cultural es objeto una vez más de las agresiones cometidas por extremistas que destrozan el patrimonio y persiguen a unas minorías.” Irina Bokova, directora general UNESCO. Este pasado 21 de mayo se celebró a nivel mundial el “Día internacional de la diversidad cultural para el diálogo y el desarrollo”. 

 La ONU, a través de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), ha dado a conocer el mensaje de su directora general en ocasión de este día. En uno de los párrafos de su declaración, dijo: “Esos crímenes refuerzan aún más nuestra convicción de que los enemigos de la dignidad humana seguirán intentando destruir la diversidad cultural, ya que es el símbolo de la libertad del espíritu y de la creatividad infinita del ser humano.”

Algunos/as quiénes tomamos partido por el respeto de la dignidad humana deben de haber conocido u oído mencionar acerca de la interculturalidad, multiculturalidad, y para atrevernos ir más allá, hasta de educación popular.

Muchos/as relacionábamos dicho  término interculturalidad con la tolerancia. Pues bien, la interculturalidad no es sinónimo de tolerancia por mucho que lo pueda parecer. La tolerancia pide a veces que tengamos lástima por el/la otro/a. Además, ¿cómo ser tolerantes hacia lo injusto, lo degradante a la dignidad humana, o al desprecio por las libertades fundamentales del ser humano…?

Hay que admitir, aunque existan muchos retos en Europa, que esas sociedades han logrado superar parte del discurso racista que ellas mismas habían promovido precisamente en la historia de las colonizaciones materiales de las américas. La Alemania, antes nazi, y la Italia, ahora anti-fascista, son parte de la Unión Europea junto con Inglaterra, Francia y demás países de ese continente.

Recientemente, fue alta y globalmente mediatizado un ataque armado motivado en diferencias de creencias religiosas, a un semanario francés en París a principios del año presente. Luego se anunciaron manifestaciones a todas luces xenófobas y anti musulmanas, aprovechando el ánimo del momento y argumentando que son Charlie. El ministerio de Interior de Francia ha prohibido toda manifestación luego del lamentable atentado a Charlie Hebdo. En este caso, la tolerancia es dañina o, por lo menos, debe tener límites: la no tolerancia hacia expresiones excluyentes y racistas.

YoSoyCharlie era la consigna más popular en República Dominicana, cuando apenas unos días después nos enteramos del ahorcamiento de Claude Jean Harry, un inmigrante haitiano, en el parque Ercilia Pepin de Santiago, en febrero 2015. Hasta el momento de hoy las autoridades dominicanas no han entregado un informe definitivo sobre ese caso. Peor, el gobierno dominicano ha tolerado (por no decir autorizado) expresiones racistas, excluyentes, fascistas, de parte de algunos sectores o personas de la sociedad.

El pasado 27 de Febrero hubo una manifestación del sector ultranacionalista en el parque Independencia, acto que fue anunciado a todo pulmón por todas las vías, donde se pedía la cabeza a periodistas, activistas y hasta el mismo presidente dominicano, Danilo Medina, por diferir de sus posiciones fascistas.

Claro está, el gobierno no puede (ni debería) imponer la obligación a esas personas de amar a su prójimo/a, de verse en un espejo, de liberar sus mentes de prejuicios raciales sin sentido, pero sí puede promover una cultura de paz, basada en el respeto necesario de la dignidad humana, de los derechos humanos o las libertades fundamentales.

Y, como lo afirma Irina Bokovaen el texto de la UNESCO para el pasado día 21, el cual reafirma que el respeto de la diversidad cultural y el respeto de los derechos humanos son indisociables. Los gobiernos no deben tolerar ninguna expresión o manifestación xenófoba y, al contrario, promover el respeto al derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y de religión.