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Opinión |

Estimadas y estimados colegas asambleístas. “En vez de ser respetada como la carta sagrada de las libertades del pueblo, la Constitución dominicana ha sido considerada como fuente legítima de ventajas para el partido o para el hombre en el poder; de ahí que haya sido modificada a intervalos tan frecuentes y sin la debida reflexión y consideración, sino solamente para satisfacer los deseos de la conveniencia de aquellos que la propusieron o impusieron.” (14 de Septiembre de 1961)

 Subrayo, “la Constitución dominicana ha sido considerada como fuente legítima de ventajas para el partido o para el hombre en el poder”.

Hace apenas unos días muchos de los aquí presentes homenajeaban la “Gesta de abril”, los mismos que esperan cada diciembre para posar como seguidores y hasta admiradores del autor de la cita que inicia mis palabras. ¿Qué pasará por sus conciencias cuando sus actos son, en realidad, una ofrenda al ideólogo de los crímenes? Algunos tienen la imprudencia de nombrarlo y todavía hoy, de declararse sus admiradores y justificarse con el argumento de ser sus herederos.

Aquí se ha cometido un crimen. Aquí se está cometiendo un crimen. Y como siempre en este país en el mundo, conocemos el nombre del criminal y sabemos quienes son sus cómplices. Como siempre en este país sin justicia, los nombres y las sanciones quedarán pendientes. Repito: pendientes.

Pero veamos.  Desde el inicio de esta farsa manifesté en primer lugar mi oposición y no porque crea que la Constitución es inmodificable. Tampoco participé del falso debate jurídico organizado como distractor. Una reforma constitucional es un hecho político y por eso manifesté que era inoportuno hacerla a menos de un año de las elecciones. Que significaba un gran riesgo para la democracia y sus instituciones pues la iniciativa era sólo la decisión de un pequeño grupo de dirigentes políticos y que al no contar con acuerdos ni adhesiones transitaría el camino de siempre para este tipo de actos inconsultos.  Eso es lo que ha venido ocurriendo y lo que peligrosamente está dando sus frutos. Si alguien cree que exagero -y todavía podemos mirarnos a los ojos- revisen ustedes lo que ha sucedido en los debates previos en el Poder Legislativo.

En el Senado, luego de las autocríticas traducidas en equivocaciones, los equivocados eran tantos, que en pocas horas se transformaron en unanimidad.

En la Cámara de Diputados durante los debates hemos escuchado intervenciones que merecen una reflexión, como aquella acerca de que ningún partido podía mostrar coherencia frente al tema de la reelección. Esa lógica perversa y corrupta es la que avala la impunidad más absoluta.

Ni hablar de quienes han renunciado a actuar éticamente agazapándose en una extraña moral colectiva.

Estimadas y estimados colegas asambleístas, el acto político es distinto del acto moral, pero cuando entendemos que ética y política no son lo mismo, aunque caminan juntas, la unidad de ambas en nuestras conductas hará que estemos haciendo lo correcto políticamente y lo bueno moralmente. Actuar distinto a eso es actuar como las asociaciones de malhechores en las que existe unanimidad para el mal. Es la “omertá”.

Según el diccionario, sobornar es “corromper a alguien con dádivas para conseguir de él algo.” Y en la Cámara de Diputados un legislador hizo una denuncia, con nombres. Esa denuncia la ha mantenido en los medios de comunicación y hasta hoy nadie, ni los directivos del Poder Legislativo, ni los acusados, ni las autoridades de administrar justicia, han pedido que el autor de tan graves acusaciones o se retracte o que sus dichos sirvan para iniciar un proceso que debiera ayudar a higienizar la política enviando a los autores de esos presuntos delitos al lugar donde deben residir los delincuentes. Nueva vez,los nombres y las sanciones quedarán pendientes. Repito: pendientes.

Pendientes, porque en cosa de días, de semanas, confirmaremos que el soborno no sólo significa pagos en dinero como los denunciados en la Cámara de Diputados, conoceremos los nombres de nuevos agraciados en el Gobierno y podremos empezar a sumar para saber cuánto dinero costó a este país en el mundo la aventura de un candidato al Trujillo del siglo XXI.

Tampoco pasará mucho tiempo antes de conocer los nombres de los candidatos designados sin competencia para saber cuanto costó a la democracia dominicana la aventura de un candidato al Trujillo del siglo XXI.

Pero en fin, el que debamos estar tratando estos temas demuestra hasta donde hemos llegado, hasta donde le hemos faltado a la Patria y cuanto le hemos fallado a la democracia.

“Es hora de recomenzar en algún punto donde nuestros héroes se van desdibujando. Es hora de comprender que la Patria a la que recurrimos con frecuencia como argumento, ya no puede, ya no quiere.”

Queridas y queridos colegas asambleístas, los seres humanos dotados de conciencia moral, o sea, de la capacidad de distinguir el bien del mal, demuestran su autonomía cuando actúan.Aquí no vale recurrir ni a contextos, ni a órdenes. Los invito a que esta nefasta aventura no sea recordada como el aplastamiento de las conciencias de legisladores elegidos por el pueblo para representarlo, responsabilidad constitucional que no podemos ignorar porque juramos cumplirla.

Las encuestas no obligan a nadie, a nadie, a tomar decisiones que violenten sus principios.

Que no haya nunca más en la patria de Duarte, de Sánchez, de Mella, de Luperón, de Manolo, de las Mirabal, de Caamaño, legisladores con insomnio, ni votando en medio del llanto, manifestaciones inequívocas de que sus conciencias les dicen que no lo están haciendo bien.

Tener que recurrir a la historia, tener que recurrir a la moral, sólo nos demuestra que no tenemos presente, pero no nos pueden prohibir el futuro. El mañana de República Dominicana no tiene un precio que pueda pagar el “tigueraje”.

Todos y todastendremos,en unos minutos,la oportunidad de demostrar ante el país que nuestra dignidad y la dignidad del Congreso, se han puesto al servicio del futuro democrático de la República y que no avalamos los procedimientos que se han utilizado para llegar a este momento oprobioso.

Para terminar, solicito a quienes dirigen esta Asamblea ordenen a la brevedad la investigación de los hechos delictivos que han sido denunciados pues de no hacerlo tienden un manto de duda acerca de la legitimidad de nuestras resoluciones.

A todos y todas les deseo que tengamos la capacidad de recoger lo mejor de nuestra historia y de recoger el desafío que nos hace, al votar, el futuro de la Patria.

Les aseguro que es mil veces mejor salir a la calle con la frente en alto que con una potencial candidatura como dádiva, que al final lo único que asegura es la vergüenza.

Muchas gracias.