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Opinión | César Pérez

El presidente Danilo Medina compró decenas de legisladores y las siglas de dos cascarones registrados como partidos, para modificar la Constitución para hacer pasar su intento de reelección. Ahora intenta desguazar el país para darle parte del mismo a esos cascarones, como pago por sus votos en el Congreso para aprobar su proyecto reeleccionista, traicionando su conciencia y a la nación dominicana.

 

En efecto, la idea de crear nuevas provincias para que las siglas PRD puedan optar por representación senatorial y de diputados, mediante una espuria reforma constitucional, constituye un intento de descuartizamiento del territorio de un país para vender sus pedazos, sólo posible por la desvergüenza de su promotor, la complicidad de muchos falsos demócratas y la indiferencia de algunos sectores sociales, productivos, intelectuales y académicos que no acaban de reaccionar de manera enérgica ante el proyecto de poder más abierta y ampliamente corrupto de nuestra historia y de todo el continente.

Intentos y modificaciones reales del territorio nacional para satisfacer intereses de sectores locales y/o para el afianzamiento de quien controla el poder Ejecutivo, han sido recurrentes en nuestra historia política, pero este intento de Danilo Medina para comprar su repostulación es el más impúdico de todos y es sólo uno de los tantos costes de un proyecto reeleccionista y de poder basado en el más absoluto desprecio a las leyes adjetivas y sustantivas y a la decencia en las relaciones políticas que se espera del discurrir de cualquier sistema político.

 

Los recursos del Estado usados profusa y desmesuradamente en esta primera fase de imposición del reeleccionismo, deberá continuar para acallar los disgustos de la gran cantidad de peledeístas a los que les han violado sus derechos de elegir y ser elegidos, a los leonelistas que serán limitados en sus aspiraciones y posiciones dentro del gobierno y el descontento que habrá de generar una mayor inclusión en el gobierno de militantes de los grupos de aliados. El dispendio de los recursos se multiplicará para la compra de votos y conciencia durante la campaña electoral y para fortalecer las instituciones que podrían facilitar y/o promover cualquier intento de fraude electoral.

La vorágine reeleccionista no ha hecho más que iniciarse, faltan más bellaquerías del bloque de la indignidad recién formalizado posiblemente peores. Para enfrentar el escenario que se ido configurando en los últimos días y que se profundizará en la medida avance este periodo preelectoral se requiere no sólo una sólida decisión de lucha, sino que finalmente en este país se materialice un amplio torrente de fuerzas con voluntad y capacidad de cambiar el estado de impunidad, corrupción y exclusión social que ha profundizado los gobiernos del PLD.

Hasta el momento, existen claros indicadores sobre la fuerza política que podría ser el punto de referencia alrededor de la cual se podría nuclear ese torrente, diversas mediciones hechas antes de la presente coyuntura la identifican.

Pero esperemos que sean las próximas mediciones serias las que establezcan de manera inequívoca cómo y alrededor de cuál o cuáles fuerzas se expresará el deseo de unidad y de cambio que se percibe en la sociedad dominicana para ponerle fin al presente reinado de la impudicia.