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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

En barrios urbano-marginales y campos de nuestro país se encuentran manifestaciones de alegría en la cotidianidad. En la cultura popular se celebra la abundancia y la ausencia, la vida y la muerte, los acontecimientos colectivos e individuales. Celebrar es parte de la vida y cada momento es un motivo para ello.

 El día inicia con la música, que se mezcla con el trabajo y la rutina diaria. Este ambiente musical continuo en los barrios y campos le da un carácter festivo a la cotidianidad.

La festividad en la cultura popular no supone una ruptura con el trabajo ni con las actividades rutinarias. Un lunes en la tarde podemos encontrar en el barrio a las personas tomando cerveza y conversando, igual ocurre un sábado o un domingo. Eso no significa que no se haya trabajado en el día. Los domingos no son días festivos per-se, son días en los que se intercalan trabajo y celebración.

Este contenido festivo de la cotidianidad en los sectores populares no significa que nuestra gente no se esfuerce ni que sean “vagos” como se tiende a calificar en algunos sectores. Por el contrario, las personas están realizando múltiples actividades y un gran esfuerzo para conseguir algo de dinero para comer, pero las oportunidades de ingresos cada vez son más reducidas, casi inexistentes.

 

La festividad presente en nuestra cotidianidad tiene que ver con una cultura que no establece límites con una lógica de vivir cada momento con la integración de todas sus dimensiones.

La ausencia de tensión y oposición entre la acción de trabajar y compartir con amigos/as, vecinos/as no existe. Todo momento de trabajo tiene en su interior momentos afectivos, festivos y de esfuerzo.

La mirada a la religiosidad popular nos muestra la integración de la festividad en sus distintas dimensiones. Las celebraciones religiosas en la cultura popular tienen bailes y brindis que forman parte de lo sagrado. En los rituales vinculados a la muerte como los velorios, entierros, nueve días y cabo de año se canta, se tocan y bailan atabales o palos, en algunos casos se baila reguetón o bachata, se brinda comida y se juega domino.

El sentido del espacio festivo como espacio colectivo para compartir es un elemento importante para la cultura popular y no entra en tensión con el trabajo, con lo sagrado, con el duelo ni con la rutina. La rutina a su vez se estructura de esta mezcla y por tanto no se puede hablar de días festivos y de trabajo en la cultura popular sino que cada día tiene ambos momentos que se entremezclan y le dan sentido a la cotidianidad.