Danilo no dijo lo que pensaba, pero sabía lo que quería cuando pactó con Leonel, este dijo lo que pensaba de aquel, pero desconocía las implicaciones de lo que pactaba. Algunas acciones de prominentes danilistas indican que contrario a lo pactado, prominentes seguidores de Leonel quedarían excluidos de las boletas congresuales y municipales, lo cual lo obliga a dar otra batalla, no para que Danilo diga lo que piensa, sino para que cumpla lo pactado, porque de eso dependerá el futuro de sus seguidores y también el suyo.
Pero no se trata sólo de la suerte de ellos, se trata de lo que será el futuro mediato e inmediato del PLD y de la suerte de su candidato presidencial. El proceso de escogencia de las candidaturas congresuales y municipales están desbordando el débil marco institucional de ese partido y ese problema no es sólo consecuencia de un pacto hecho a la brigandina, sino también del pacto contra natura entre Danilo y el extinto PRD, el cual condiciona de manera irremediable el cumplimiento del suscrito por los dos jefes peledeístas. Cosas del PLD de ahora, cosas de Danilo y, más que nada, cosas de Leonel.
Del pacto de Danilo con el extinto PRD Leonel no participó, desconoce los alcances del mismo, como tampoco los seguidores de ese partido, pero no por eso ignora que dicho pacto limita seriamente las posibilidades de que se cumplan los alcances por él pactado con Danilo, aunque también crean problemas en los seguidores de este último que ven cómo se reducen sus posibilidades de obtener candidaturas. Hay confusión y nerviosismo en el PLD, en parte, eso explica el insólito hecho de que muchos miembros del Comité Político de los dos bandos se apresuren en “proclamar” como candidatos a miembros de sus tendencias.
Y es que cuando se hacen pactos entre fuerzas políticas debe garantizarse que las partes envueltas sean lo suficientemente confiables y tengan la suficiente fuerza para hacer que sus seguidores acepten los alcances y límites del pacto. Relativamente, Danilo, tiene fuerza para imponérselo a su hueste, Leonel muy poca y Vargas ninguna, y eso determina que el danilismo quiera acaparar las plazas de gran votación, todos los recursos materiales de la campaña, que son muchos y enriquecen a quienes los manejan, para de esa manera apuntalar a los suyos.
Si el danilismo impone su candidato en el Distrito Nacional sin que Leonel dé la batalla por el alcalde de esta plaza, uno de sus principales activos, sellaría la muerte política de muchos de sus seguidores y de él mismo, si la da, impactará significativamente en las aspiraciones de todas las candidaturas peledeístas, incluyendo a Danilo. Mientras tanto, las luchas por el control de plazas como los Santo Domingo Este y Norte o por determinados municipios y provincias ya producen deserciones e insubordinaciones en el PLD, además en sectores del extinto PRD, evidenciando la fragilidad de los pactos.
Los pactos sin transparencia, sin voluntad de cumplirlos y sin democracia interna, enmarañan un PLD que vive una coyuntura que habrá de impactarlo más allá de la próxima fecha electoral.