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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

La mirada a las fechas, su significado histórico y su simbología en las ciencias sociales tiene un peso importante. La ocurrencia de hechos con características similares en determinadas fechas en forma repetitiva en nuestra historia nos demuestra que nuestro transcurrir como sociedad tiende a presentar circularidades que obstaculizan procesos de cambio en su interior, sobre todo obstaculiza el camino a la democracia.

Noviembre es un mes que recuerda la violencia de género, la violencia desde el ejercicio de poder y la represión hacia movimientos de presión social que demandan ejercicio democrático.

En la dictadura de Trujillo, el mes de noviembre fue escenario del sangriento y dramático asesinato de las Hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa fueron vilmente asesinadas por órdenes del tirano cuando estaban visitando a sus esposos por sus vinculaciones a un movimiento político que enfrentaba al tirano, el movimiento 14 de Junio.

La muerte de las hermanas se realizó en una forma brutal, con torturas, golpes, palos y batazos. Estos detalles del asesinato representan simbólicamente algunos de los medios con los que el régimen reprimía a sus opositores.

Esta práctica de golpear, reprimir y maltratar a las personas que asisten a protestas o que públicamente hacen críticas al ejercicio de poder continuó en los 12 años de Balaguer. Después de Balaguer, si bien se dieron algunos avances hacia la libertad de expresión y protesta, la represión hacia muchas manifestaciones continuó hasta la actualidad.

Una constante en todos los gobiernos y en todas las épocas desde Trujillo es el estilo y perfil de la Policía Nacional. El organismo que tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad ciudadana ha mantenido por más de 50 años una relación con la población basada en el uso de la violencia y en las protestas sociales viola los derechos que tiene la ciudadanía a manifestarse.

Recientemente la policía nacional ha maltratado a mujeres y hombres de diferentes edades en las protestas contra la corrupción y la impunidad.

La presencia de movimientos sociales que enarbolen la transparencia y la lucha contra la corrupción es un fenómeno reciente. A pesar de que la corrupción es una práctica frecuente y constante en nuestros gobiernos a través de nuestra historia republicana (desde el siglo XIX), la denuncia y demanda de su erradicación se presenta desde 2006 a la fecha, cada vez con mayor peso social.

El movimiento social contra la corrupción favorece a la democracia y al ejercicio ciudadano. Su represión por el contrario, refuerza modelos autoritarios e incrementa el círculo de violencia social.