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Opinión | Por Giselda Liberato/ experta en temas insulares en República Dominicana y Haití

Según la CEPAL América Latina después de sufrir un decrecimiento de 0.4 al 2015 creció en este último año un 2.9, y augura que para el 2016 crecerá un 0.7%. El mismo informe revela que República Dominicana liderará el crecimiento económico de América Latina y el Caribe, con una expansión de un 6,6 %.

 Para los latinoamericanos, y en especial para RD y Haití el panorama puede ser más  esperanzador. Las condiciones favorables de negocio son tan halagüeñas como para multiplicar en mucho dicho pronóstico si se fortalecen las potencialidades internas.

A este punto, desde la perspectiva insular República Dominicana y la República de Haití están ante un momento histórico. Para labrar el desarrollo y el futuro económico como país están compelidos a repensar la isla con el horizonte puesto en esa condición insular como plataforma para sembrar la semilla de los beneficios económicos que la conexión telúrica  recrea para ambas naciones en la presente coyuntura.

A partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos y Cuba, en el plano de los mercados internacionales, es evidente que existe un marcado interés en el mercado cubano, por el volumen y la variedad de la demanda que representa; y República Dominicano tiene oportunidad de conquistarlo si logra armonizar la Estrategia Nacional de Desarrollo a la luz de los nuevos acontecimientos que el entorno de negocio internacional presenta.

La búsqueda de formas alternativas competitivas de participación en los mercados internacionales con países más desarrollados, ha llevado a los países a la conformación de bloques económicos; y esa tendencia va a ir en ascenso en la lucha por los mercados, más aún a partir de los movimientos geopolíticos  a nivel mundial que se vienen escenificando.

Esta coyuntura externa podría  afectar la tasa de crecimiento a largo plazo de los países de la región, y en particular a la isla; y tiene un especial impacto en la frontera dominicana, porque la configura como territorio parte integral del istme del Caribe, por su posición estratégica.

La construcción de una infraestructura tipo franja que una en el Caribe a Cuba, República Dominicana y Haití a través del mar con fines comerciales sería de gran significación para los tres países. La historia del comercio mundial da cuenta de los grandes aportes que han jugado este tipo de estructura en el desarrollo exitoso del comercio entre naciones. 

Solo por citar un ejemplo que debe animar a tomar en cuenta esta posibilidad, en el ambiente regional, un bloque tripartito fácilmente resulta favorecido con fondos de la cooperación China,  máxime con la nueva visión emergente de países desarrollados que hacen amago de cooperación en base a la colaboración de cara a los proyectos nacionales. 

Esas oportunidades hay que ponerla a trabajar a favor de los planes de desarrollo. Por lo pronto, la República Dominicana y Haití, indistintamente, son dos naciones que tienen el desafío de repensar la frontera dominico haitiana como espacio donde puede decidirse la ruta desenfrenada del progreso de ambos países.

Es de primer orden realizar una reflexión respecto a la coyuntura antes descrita, y a la luz de esa lectura es pertinente revisar la Estrategia Nacional de desarrollo y el Plan Plurianual  Multisectorial para su actualización y alineación a esta gran oportunidad. Los proyectos de producción e inversión, deben ser seleccionados bajo el criterio de conveniencia del desarrollo de la manufactura de los productos que ofrecen garantía de mercado a largo plazo.

Por las razones antes descrita, el diseño del Plan Nacional de Exportación no debería diseñarse sin tomar en cuenta esta nueva coyuntura, y es importante detener cualquier decisión que involucre el territorio fronterizo, hasta tanto no contar con los lineamientos guía del plan maestro armonizado al  nuevo contexto insular.

La frontera dominico haitiana es el punto más cercano que tiene Cuba con el mercado internacional en condición de exportar; y eso la convierte  en un espacio de interés estratégico comercial de gran relevancia, a nivel nacional y regional; y  en un área imán para la inversión nacional y extranjera.

Giselda Liberato/ experta en temas insulares en

República Dominicana y Haití