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Opinión | Maximiliano Dueñas Guzmán

La asunción al poder del gobierno neoliberal de Mauricio Macri en la Argentina coincidió con un bloqueo cibernético a Página/12, un icono latinoamericano de periodismo reflexivo y dialógico. A la fecha se desconoce la fuente del ataque cibernético que impidió acceso a la versión digital del periódico del 5 al 13 de diciembre.

 Durante los primeros días del bloqueo, la gerencia de Pagina/12 publicó en la versión impresa del diario una denuncia de la censura y la describió como “uno de los mayores ataques a la libertad de expresión sufrido por un medio nacional en los últimos años”.

Además, afirmó que los principales perjudicados de esta agresión son los lectores “que día a día eligen a Página/12 como una fuente imprescindible para conocer e interpretar lo que ocurre en la Argentina y el mundo”.

La dirección del diario, según el comunicado, se comprometió a utilizar todos los recursos legales disponibles para dar con los violadores a la libertad de prensa y señaló que este no es el primer ataque cibernético al medio, aunque sí es el más severo.

El comunicado concluyó afirmando la necesidad de identificar a los criminales para “que no corra riesgos la salud y continuidad de la cultura democrática que comparten los 40 millones de argentinos”. Para complicar aún más la búsqueda de responsables por este ataque cibernético a la libertad de prensa, Mauricio Macri, el nuevo presidente de la Argentina, tiene antecedentes de abuso del poder político: mientras dirigía el gobierno municipal de Buenos Aires fue acusado de espionaje telefónico a opositores políticos.

La acusación data del 2009, y según la prensa los pliegos acusatorios tildan la actividad no como un incidente aislado sino como una “organización paraestatal de espionaje”.

Por otro lado, en los últimos años han aumentado los ataques cibernéticos a la prensa a través del mundo. Así lo afirmó, una de las principales organizaciones internacionales de defensa del periodismo, el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), a principios del 2013.

De acuerdo al CPJ, los ataques cibernéticos en el 2012 al New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal representaban una tendencia global creciente. Además del espionaje digital a periodistas, los ataques más frecuentes son el bloqueo de los servidores de computadora de los periódicos.

La forma más común de bloqueo digital es conocida como negación de servicio, la cual se logra invadiendo al servidor con visitas. (Irónicamente desde el punto de vista del periodismo, la agencia de prensa Reuters explica la denegación de servicio como una inundación de información).

El aumento en ataques ha sido tal que en el 2014 CPJ revisó su manual de seguridad del periodismo para incluir una nueva sección sobre protección contra espionaje y sabotaje digital. Una del las conclusiones del CPJ relacionadas con los ataques cibernéticos a periodistas y medios digitales no augura bien para el reclamo de Página/12 que los responsables sean identificados y llevados ante la ley: “La lección de toda esta actividad es que mucho gobiernos ven estos ataques como formas efectivas, no reglamentadas y negables para atacar a grupos difíciles de retar políticamente o muy independientes para ser asimilados”. No hay lugar a mucha duda, según el CPJ, que solo gobiernos u organizaciones de poder económico y tecnológico similar pueden montar ataques cibernéticos del tipo de negación de servicio.

La sofisticación y cantidad de recursos necesarios para tales ataques no están ampliamente disponibles. Harto conocidas son las violaciones a las libertades de expresión y de prensa en el espacio cibernético de gobiernos como los de China, Rusia y Turquía. Menos divulgadas y criticadas son las políticas del gobierno estadounidense por amordazar la democracia en internet.

En su más reciente informe anual, el CPJ observa: “Desde la China, pasando por Rusia, hasta Turquía, los gobiernos aprietan sus controles sobre el internet. Mientras tanto, la recopilación de noticias se ve amenazada en todas partes por las operaciones de vigilancia masiva llevadas a cabo por los Estados Unidos y agencias de espionaje aliadas”.

A fines del 2014, los servidores de Sony, el conglomerado mediático transnacional, fueron atacados. Mucho se especuló sobre la posibilidad de que el atacante había sido el gobierno de Corea del Norte, rumor alentado por el gobierno de Estados Unidos. En su reflexión sobre la casi imposibilidad de investigar e identificar a los culpables del crimen, David Lee, reportero de la BBC, hizo la siguiente observación: “La investigación periodística de ataques cibernéticos descansa demasiado sobre lo que nuestros gobiernos denominan hechos.

Eso no es nuevo. Pero contrario al pasado, cuando un reportero podía entonces dedicarle tiempo para profundizar sobre lo ocurrido los ataques cibernéticos ocurren de tal forma que no son verificables, impidiendo que se responsabilice a los delincuentes”.

Una búsqueda rápida en internet sobre la reacción de otros medios argentinos al ataque cibernético contra Página/12 revela que hubo poco interés entre ellos para publicar, ni mucho menos condenar, esa violación a la libertad de prensa.

Evidencia, por si faltase, de que todavía muchos propietarios, editores y periodistas piensan la libertad de prensa como libertad de empresa.

En los primeros años del internet, muchos escribimos sobre su potencial para democratizar nuestras vidas, particularmente frente a los grandes poderes políticos y económicos. El ataque cibernético a Página/12 pone de manifiesto la inconsciencia de esos anhelos y la necesidad de reforzar la seguridad de nuestros esfuerzos por crear espacios digitales y físicos de democratización.

El presente texto fue publicado originalmente en la revista digital 80grados.net de Puerto Rico.

El Doctor Maximiliano Dueñas Guzmán es catedrático de la Universidad Nacional de Puerto Rico en Humacao y miembro de Espacio de Comunicación Insular 

Maximiliano Dueñas Guzmán
Maximiliano Dueñas Guzmán

Sobre el autor
Nació en Colombia, se crió en Nueva York y vive en Puerto Rico desde 1986. Se considera coloniuyorican pues gran parte de su perspectiva de vida se cristalizó en experiencias de la izquierda puertorriqueña en Nueva York. Ahí comenzó su trayectoria como periodista ciudadano y su interés en la comunicación alternativa. Como estudioso, explora prácticas que avalan a la comunicación como un derecho humano. Ha aportado y publicado sobre proyectos de comunicación popular en la frontera haitiano-dominicana, una investigación longitudinal sobre la representación de la mujer en las noticias y experiencias de apropiaciones contestatarias de nuevas tecnologías. Es profesor en el Departamento de Comunicación de la UPR, Humacao; Coordina la Red de Investigación y Colaboración en Comunicación de Centroamérica y el Caribe (Red RICA de ATLANTEA), y es anfitrión del programa radial, Cultura de la conversación, transmitido por Radio Web (UPRH). Su Ph.D. es de la Universidad de Massachusetts, Amherst.