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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

El partido es la organización que busca obtener el poder político con el propósito de dirigir y gestionar la administración de la cosa pública de la nación. Se entiende, entonces, el cuidado del partido político consistente en formar su militancia. Eso si se quiere ejercer el poder orientado a beneficiar a los intereses nacionales. Pero parece que en nuestro país el asunto no es así.

 Y no es así porque al cerrar el plazo para la inscripción de candidatos para las elecciones del próximo mayo, los partidos fueron a la JCE a improvisar. No realizaron a tiempo la tarea.

 En efecto, la Junta Central Electoral cerró el plazo para inscribir candidatos para las elecciones próximas, el recién pasado 17 de marzo. El sistema de registro de la JCE recibió la inscripción de 24,442 aspirantes a diferentes posiciones por diversas agrupaciones políticas. De esas posiciones, 16 candidatos pujan por la presidencia y vicepresidencia de la República. 224 lo hacen para senadores y 1,316 aspiran a diputados. Así mismo, 22,514 buscan un cargo a nivel municipal.

 De hecho, el plazo de inscripción vencía a las 6:00 pm del jueves 17. El desorden en las inscripciones obligó al organismo electoral a extenderlo por tres horas más.

 El Dr. Roberto Rosario, presidente de la JCE, afirmó que “el desorden de los partidos políticos dificultó la depuración de las alianzas electorales.”

 El desbarajuste de los partidos era tal que registraron doble candidatos para un mismo cargo. Y lo de las candidaturas por las alianzas era puro caos. La situación originó la salida de circulación de varios aspirantes y la anulación de más de una alianza.

 El Dr. Rosario advirtió que “En los casos que se rechace una alianza, los votos de un partido no se le suman al candidato o partido que pretendían aliarse”.  Algo que fue secundado por el magistrado Eddy Olivares, miembro del pleno de la JCE.

 “Cada partido donde no se le permitió alianzas tendría que presentar sus propios candidatos”, completó Olivares.

 Otra injustificable falla de las organizaciones políticas estuvo en el cumplimiento de la cuota del 33% de candidaturas para la mujer. Peor aún, en el caso de la cuota femenina, los partidos solicitaron a la JCE que la disposición legal fuera modificada al vapor para ajustarla a sus desaciertos.

Con total irresponsable demagogia los partidos trataron de descargar su ineptitud en la Junta Central Electoral. Lo que se vio como una versión a lo Blas Peralta: buscar el culpable en otro lado.

 En ese tenor los delegados de los partidos, a unanimidad, señalaron al sistema informático de la JCE como el responsable. Alegaron que no funcionó bien.

 El Dr. Roberto Rosario, que no pierde chance para saltar a las páginas de los periódicos, no se hizo esperar:

 “Algunos partidos han desinformado a la opinión pública para justificar sus deficiencias, diciendo que el sistema informático de la Junta es el que ha fallado y (que) por esa razón no completaron a tiempo el procedimiento”.

 “Yo quiero desmentir formalmente eso. Lo que ha ocurrido es que los partidos políticos no estuvieron preparados a tiempo para cumplir con sus obligaciones ante la JCE” , concluyó.

 

De modo que esto deja claro que cuando los partidos políticos llegan al Palacio Nacional a gobernar, lo hacen en pijama. O como aquel actor de teatro que sube a las tablas sin haber ensayado la obra, y al final terminar gagueando y agotado. Pero el público más.

 

En esta tres cuartos de isla, cuando los partidos asumen el gobierno dan la impresión de no saber nada de nada. Ni siquiera conocen su propio rol. ¿O es a otra cosa que van al gobierno?

 

Es como se diría, ganemos ahora. Eso de gobernar es pan comido.