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Opinión | Por Giselda Liberato/ experta en temas insulares en República Dominicana y Haití

Hoy, tal parece que la dictadura tiene otro tinte. El pueblo haitiano esta ante la desesperanza de verse y sentir un Haití en el que todavía persiste la hegemonía de una clase política sanguinaria, que ha sustituido la represión de la época de los ton ton makut, por la explotación, el caos, inseguridad alimentaria y la inseguridad ciudadana.

El sentimiento de inestabilidad y las aspiraciones de bienestar lo ven convertido en sueño inalcanzable.

 La entrada al proceso democrático haitiano no da cuenta del espíritu de esperanza que históricamente ha impulsado grados de conciencia ciudadana y acción social como para reunir las fuerzas que han impulsado los grandes cambios que registra la historia política de la nación haitiana.

La desesperanza se agrava y no es para menos, cuando al tratar de vislumbrar su futuro los haitianos se encuentran frente en un proceso electoral con una fauna de candidatos de igual perfil político, y una oposición que solo es más de lo mismos; con los mismos intereses de los que hasta ahora han gobernado. Y para colmo, los progresistas haitianos y la divida izquierda no acaban de bajar tan siquiera en el discurso de su intelectualidad rancia.  

Los progresistas haitianos que pudieran tener un proyecto país con un futuro esperanzador parecen  estar muy lejos de generar conexión con la población en el proceso de  promoción de los cambios que como fuerza emancipadora han de protagonizar los más sufridos.

La mayoría de la población, además de ser la más afectada por las inclemencias a que los ha sometido el hecho de ser blanco de desgracias causadas por fenómenos naturales, esta ante el reto de hacerle frente a una hegemonía político-económica que solo vela por el bienestar individual.

El sentimiento y las aspiraciones de bienestar del pueblo, los haitianos lo  ven convertido en sueño inalcanzable.

Y se está jugando con fuego. El que mucho aprieta al final abarca poco. Acaso no se tiene por experiencia que lo que abrió la puerta de entrada al camino del proceso democrático haitiano fue la participación masiva de todo un pueblo desesperado y cansado de tanto oprobio y tanta maldad? La salida del imperio de la dictadura de la familia Duvalier es un ejemplo de ello.

Hoy, a días de celebración de las elecciones 2016, con un presidente interino al que se le acusa de querer permanecer en el poder retrasando las elecciones con tácticas dilatorias, en un momento que se supone debe elegirse democráticamente quien conduzca el destino de la nación, en Haití se vive en la incertidumbre de si se realzara o no las elecciones. 

 Y mientras el gobierno haitiano asegura que no hay ser humano sobre la tierra que pueda detener las elecciones del 20 del corriente,  al mismo tiempo el gobierno pone de relieve que Haití no cuenta con las condiciones  necesarias para el proceso electoral en tanto el paso del huracán Matthew destruyo los carnets electorales de muchos votantes, y estamos hablando de un país que demostró incapacidad de documentar a miles de sus ciudadanos para facilitar su regularización en tierras extranjeras. También se pone de relieve que aun las carreteras de acceso a los colegios electorales se encuentran inaccesible por los estragos del fenómeno natural.

Ante este cuadro, diversos sectores del ámbito político partidario, incluyendo cuadros y militantes adeptos al actual Presidente interino Jocelerme Privert que no han logrado alcanzar una tajada de poder, demandan elecciones o auguran un caos que ni el Presidente ni las fuerzas de seguridad de las Naciones Unidas podrá detener.

 Sobre la autora: 

Analista política y experta en temas binacionales y de derechos humanos/tiene trabajos de campo en Haití y en la República Dominicana sobre las relacione transfronterizas, tanto pública como privada.