Contáctenos Quiénes somos
Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Lo que pasa en Santiago con Abel, ¡no tiene nombre! Es posible que las medidas tomadas en su gestión sean correctas, el dilema es la forma de implementarlas. Según la gente en la calle, el Dr. Gilberto Serulle, ya le queda “chiquitiiiiico”.

En efecto, todos saben del aparatoso desalojo a los buhoneros del Mercado Modelo, parece que “la cura salió más cara que la enfermedad”. Los vendedores informales, mismos que los funcionarios municipales llaman “pulgueros”, deberán regresar al lugar de donde lo sacaron.

 De igual modo, crece el nivel de maltrato a la prensa para impedirles hacer su trabajo. Lo cierto es, que cuando el alcalde Martínez estaba “bollando en cuarto” las bocinas “comían con grasa”, “ahora como no hay, le dan palo por la costilla”.

 ¿Qué harán los medios? ¿Seguirán autoamordazados?

 Cierto es, que sólo Esteban Rosario, periodista controversial de Santiago, le da seguimiento sistemático a las acciones del alcalde Abel Martínez. ¿Los demás medios?, ¡bien gracia!

 Inclusive, periodistas veteranos, al referirle el tema responden con argumentos triviales “eso es un problema personal de Esteban con el funcionario”, alegan.

 El rosario de prohibiciones impuestas por Abel Martínez Durán puede cubrir días enteros de oraciones. Veamos algunas de ellas.

 Predicar en las plazas públicas, es una costumbre milenaria. Jesucristo por ejemplo, congregaba sus seguidores en las plazas para anunciar las buenas nuevas. Muy por el contrario, en la Ciudad Corazón está prohibido predicar en los parques. En consecuencia, en el parque Duarte, los policías municipales sacaron a golpes y “maquinazos” un pastor frente a sus seguidores, sin que terminara su sermón.

 De igual modo, está vedado entrar “patanas” al centro de la ciudad. La medida afecta la actividad comercial ya que en las afueras no existe un centro de acopio como alternativa. En la misma tónica, la Hidalga de los Caballeros tiene serias deficiencias en materia de aparcamiento vehicular. Con todo y eso, a los conductores les está  negado estacionar sus autos en las calles de Santiago. Si osas ignorar la disposición corre el riesgo de que te lleven el carro y te impongan una multa sin mediar sentencia judicial.

 El control de las prisiones corresponde al Ministerio Público. La privación de libertad es efectiva por el dictamen de un juez. A pesar de ello, el ayuntamiento de Santiago tiene su propia  cárcel.

 Les echaré en cara, lo ocurrido con los embutidos. Pro-Consumidor denunció que el salami se vendía con heces fecales a la clientela. Por mucho intento hecho por el organismo estatal, fue imposible cerrar las principales empresas infectadas.

 En cambio, para Abel, clausurar un negocio es tarea fácil, una simple orden es suficiente. Inconformidad, muestran los policías municipales si no hay exceso en el cumplimiento de sus funciones. La uniformada municipal, actuando como forajidos, dejó varios heridos en el operativo para cerrar “Plaza Denny”.

 ¿Tiene el ayuntamiento facultad legal para cerrar negocios sin sometimiento previo?

 Como se ha visto, las acciones de Abel Martínez en Santiago de los Caballeros se suceden en cadena, como las réplicas de un cataclismo. Es difícil encontrar hoy un transeúnte que emita una opinión favorable a la gestión del pomposo funcionario.

 La muñequita de cristal “tropezó con la misma piedra” y está desmoronándose sin que nadie caiga en la cuenta. O quizás el error del Pigmalión estuvo en dar vida a sus estatuas.

 Las preguntas son interminables: 

¿Será que al PLD no le interesa la alcaldía de la Hidalga, más allá del 2020?

 ¿Será que la zozobra creada por Odebrecht no le deja tiempo a la cúpula morada para tratar la situación santiaguera y poner en cintura al Niño Lindo?

 El ceremonial conduce, a que si el ciclón Odebrecht no se lleva a Abel, será empujado al abismo sin pena ni gloria en el 2020. Es posible que en todo esto paguen “mansos y cimarrones”, y es evidente que Abel no es manso.