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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

En esta semana una amiga con sus hijos compraba en un supermercado de la ciudad de Santo Domingo. Una señora la escucha hablar con uno de sus hijos y le dice: “usted habla muy bien el español, ¿dónde lo aprendió”? Ella responde: “es el único idioma que conozco”.

La señora continúa: “Ayy pero usted es dominicana, no parece, cuídese, porque a los haitianos los están recogiendo”.

Esto no es un hecho aislado. Continuamente encontramos en guaguas, carros públicos, centros comerciales, centros educativos, situaciones como estas. ¿Qué elementos reflejan?

1. La negación de la negritud en el perfil de la población dominicana. Desde la dictadura de Trujillo y Balaguer, sectores de poder y elites dominantes promueven intencionalmente que dominicanos y dominicanas somos blancos o indios. Negando así que la gran mayoría de la población dominicana es mulata y negra.

2. Discriminación hacia la población dominicana negra y los rasgos físicos provenientes de la negritud (pelo rizo, nariz ancha) considerados como “feos” y “anómalos”, el pelo tiene que “desrizarse” (exigencia presente en bancos comerciales).

3. Negritud es sinónimo de haitianidad. La promoción de esta negación de la negritud tiene la intencionalidad de vender la idea de que solo son negros los haitianos. A su vez ser haitiana es lo peor que te puede pasar, porque eres “inferior”.

4. Haitianidad es sinónimo de ilegalidad. El hecho de que se “recoja” a toda población haitiana es una violación a sus derechos y un ocultamiento de la condición de regularidad, residencia y condiciones contractuales que tiene una parte de la población haitiana en el país.

5. La presencia haitiana es una “amenaza”. Cada dos años desde la década de los 90 se difunde en los medios de comunicación y actualmente en las redes sociales el miedo a una supuesta invasión pacífica haitiana” sin sustento en la realidad.

Es preocupante que sucedan estas situaciones en nuestra cotidianidad y deben llamarnos a reflexionar y actuar. La intervención contra la discriminación racial en todos los ámbitos es urgente, no debe ser pospuesta por ningún sector ni institución en nuestro país que promueva justicia y cambio social.

Debe priorizarse desde instituciones gubernamentales y sector privado, el desarrollo de una campaña de educación y orientación a nuestra población desmontando la farsa de la “invasión”.

Igualmente concientizar sobre nuestra identidad racial y étnica con un reconocimiento de nuestra negritud, la promoción de las manifestaciones culturales y sociales de nuestra afrodescendencia y la eliminación de las prácticas de segregación y discriminación racial que ponen en riesgo la gobernabilidad y la armonía social. El fortalecimiento de nuestra identidad étnico-racial es el camino de una cultura de paz.