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Opinión | Por Nicolle Núñez Miranda.

La República Dominicana y Haití comparten una isla. Los Pueblos Dominicanos y Haitianos están condenados a la convivencia pacífica y a perpetuar ciertos canales de cooperación indispensables para el desarrollo económico y social de sus poblaciones.

Un aspecto fundamental de la geopolítica isleña es el idioma. Del lado haitiano, existe la necesidad de aprender más de otro idioma adicional a su lengua materna como medio de supervivencia. No así, del lado nuestro, que tan difícil se nos hace aprender idiomas. En reiteradas ocasiones ha sido un tema de debate el por qué y para qué aprender el idioma creole. 

Sin embargo, resulta muy penoso ver personas de cualquier ocupación o nivel, consultar a algún dominicano que hable creole sobre la traducción o compresión de algún contexto, para luego despacharse con un “cómo dirías lo contrario si eres pro-haitiano”. Por favor, aprenda el idioma y despójese de tanta ignorancia. 

Deseo hacer un llamado al Pueblo Dominicano a que aprenda la lengua y la cultura haitiana de la misma manera en que ellos aprenden la nuestra. En este sentido, pienso que el intercambio y la cotidianidad que caracterizan las relaciones dominico-haitianas cobrarían mayor sentido e interés si de ambas partes surgen inquietudes por conocimientos previos.  

Atención no es un proceso de transculturación. Tampoco hago el pedido para que usted se coloque en los extremos “pro o anti haitiano”, porque y los que están a favor de sus intereses, esos nunca serán parte de ningún extremo. 

Por tanto, despojémonos de tanta ignorancia y demos paso a la educación.