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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

El país requiere, con carácter de urgencia un nuevo liderazgo político. Los dirigentes de hoy, en República Dominicana, deben ser capaces de superar el reto que plateó desde sus inicios La Marcha Verde. Es innegable, que el PRM carece de las condiciones requeridas para alcanzar semejante desafío, menos aún, el PRD, el PRSC y el PLD ni se diga.

En efecto, El Partido Revolucionario Moderno surgió como consecuencia de las luchas intestinas e interminables del Partido Revolucionario Dominicano. El presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado se fue en celos con el expresidente Hipólito Mejía, quien concitó una alianza con el Dr. Luis Abinader para juntos enfrentar a Miguel. La unión Hipólito-Abinader se consolidó e  hizo antagónica la pugna interna que degeneró en la ruptura definitiva del partido blanco.

Una gran mayoría de los dirigentes y adictos al PRD siguieron los pasos de Mejía y Luis, quienes fueron a conformar y estructurar el PRM. La ruptura entre los dos grupos de perredeistas no se produce por discrepancias ideológicas. La razón fundamental de la división está en el manejo de los intereses particulares de uno y otro lado. Las ideas o concepciones políticas de cómo debe ser la dirección del Estado y el gobierno, son las mismas entre hipolitistas, lusistas y miguelistas.   

En tal razón, resulta lógico que  los vicios políticos cultivados por los seguidores de Luis Abinader e Hipólito Mejía, en el PRD, sigan en marcha en el PRM. Lo Lastimoso del caso es, que no heredaran el espíritu opositor que forjó el peredeismo frente a los regímenes trujillista y balaguerista entre 1940 al 1996 del siglo XX.

En entregas anteriores ya había analizado el naciente PRM. Entonces, creía  que la división del PRD y la consecuente formación del Partido Revolucionario Moderno, venía a abrir una ventana para el relevo del liderazgo político en el país. ¡Craso error!, perdí de vista que en este país no existe el relvo en ninguna disciplina, y menos en política partidarista. 

Aquí, para que haya relevo, hay que esperar que el que manda se muera.

En una mirada más aquilatada, se ve al PRM como un partido viejo, ¡muy viejo! Los altos dirigentes agotaron las neuronas que generan ideas creativas. La ausencia de pensamiento joven los hace cada vez más intolerantes ante la posibilidad de ser sustituidos. 

Por ejemplo: Los partidarios del Dr. Luis Abinader y el propio Abinader, en su afán de ser el candidato presidencial del partido en las elecciones del 2020 están plantados en banda. La posición sectaria les impide ver que lo más importante para ellos es que el partido alcance el triunfo en las elecciones venideras.

El presidente Hipólito Mejía, por su lado, mantiene sus aspiraciones de regresar al gobierno. En ese orden, está en las calles para conseguir que los peremeistas voten por él para ser el candidato a la presidencia de la república en el 20. El caso de Mejía es más llevadero.  Hipólito ha dado muestras en el pasado, de ser capaz de ceder posiciones para garantizar la fortaleza del partido como institución. Basta con recordar que pudiendo impugnar las primarias del PRM en el 2015 se resistió a ello en razón de que eso le haría mucho daño al partido recién nacido.

Todo esto viene a cuento, porque el movimiento Marcha Verde está en las calles marchando por el fin de la corrupción y la impunidad. Y poner fin a este flagelo, implica el surgimiento de un liderazgo democrático, capaz de comprender que los cargos públicos son pasajeros de carro de concho. Los dirigentes y líderes de hoy, tienen que estar en aptitud de que al asumir un cargo, en vez de maquinar para reelegirse eternamente, se empleen a fondo en capacitar a quienes deberán sustituirlos.

¿Están los líderes del PRM en aptitud de asumir una práctica como esta? 

Si no es así, no merecen ir al gobierno.