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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Lo que la gente percibía en el aire, el asesinato del abogado Yuniol Ramírez Ferreira hizo aterrizar “en lo que pestaña un pollo”. El profesor universitario fue secuestrado en un parqueo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y posteriormente sus raptores le dieron muerte. Se sospecha que el homicidio se perpetró en el perímetro interno de la casa de altos estudios.

A su pesar, las autoridades universitarias “no han dicho ni esta boca es mía”. Por igual, las asociaciones y grupos estudiantiles, ni la Federación de Estudiantes Dominicanos “no dicen ni ji”. El sindicato de empleados de la UASD ni se ha enterado qué sucedió en realidad. Peor aún, el gremio de profesores de la academia, al que pertenecía el hoy occiso, mantiene silencio sepulcral.

A fin de cuentas, todos están como el merengue sin letras, “Este es un merengue sin letras, no dice nada, no tiene letras”.

Está clarito, que los tiempos en que “cualquier quítame esta paja”, en la UASD se veía como una oportunidad para hacer la revolución, pasó de moda.

En verdad, el asesinato de Yuniol Ramírez, dejando a un lado lo horrendo del hecho, pone en evidencia que la UASD no es ni sombra de lo que un día fue. Todavía en los años 80 del pasado siglo XX, un acontecimiento de esta magnitud, habría convulsionado todos los estamentos de la universidad estatal.

El cadáver de Yuniol, los homicidas lo tiraron en la Cañada Arroyo Varía, lugar donde encontraron el abogado. Antes de arrojarlo al “charquito” le amarraron 2 block en el pecho, con una cadena de casi 3 metros de largo. Ellos estaban conscientes  de que esas indumentarias eran insuficientes para ocultar por mucho tiempo el cuerpo sin vida de Yuniol Ramírez Ferreira. Es imposible mantener el secreto en un riachuelo de caudal tan pobre. Cabe entonces la pregunta:

¿No será que la intención real de los criminales era que encontraran lo más rápido posible el cadáver, como en efecto ocurrió?

Los diarios y medios noticiosos difundieron evidencias que confirman que el hecho de sangre aconteció  dentro del perímetro correspondiente a la Universidad Autónoma. Para muestra, dos botones:

El Diario Libre publico el 27 de octubre 2017 que “En uno de los videos, específicamente en la avenida Correa y Cidrón con Paseo de los Médicos a las 4:29 de la tarde del 11 de octubre, se aprecia lo que sería el impacto de bala en el cristal delantero derecho de la camioneta marca Ford, Azul, placa EL03636”.

De su lado, El Caribe días antes, el 18 de octubre 2017 público lo siguiente, “Tenemos una fotografía donde se puede ver la camioneta saliendo de la UASD, ya con el tiro. A Yuniol lo mataron en la universidad, con una pistola que tenía un silenciador y una persona vestida de militar y las tres personas que iban con él estaban uniformados”.

Ante estas evidencias continúan las interrogantes, ¿Por qué dejar el cadáver en la jurisdicción de la magistrada Olga Diná?

¿Acaso los barbaros sabían que Rivas había sido padrino de graduación de la magistrada Diná y por tanto existe buena relación entre ambos?  Rivas era el director de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA) y supuesto autor intelectual del crimen.

Incluso, John Guiliani, ex juez del Tribunal Superior Electoral especuló en su cuenta de twitter que el abogado Yuniol Ramírez, “Presidente Cona fue parte de la campaña en contra de los antiguos jueces del TSE y parece que sus amigos del bajo mundo le ajustaron cuentas”.

¿Qué sabe John Guiliani sobre el asesinato y cuál es su relación con el bajo mundo? ¿Por qué no se ha interrogado sobre el particular al ex juez electoral?

 

A estas dudas pueden agregarse muchas más, ahora lo que no está en discusión es que Yuniol Ramírez fue secuestrado en la UASD mientras impartía docencia. Que ninguna autoridad universitaria haya dicho nada, es una muestra de que es urgente una revisión profunda en la universidad primada de America.