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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

El sábado pasado aireé la propuesta  “Construyamos una alternativa de Poder democrática e incluyente” que a simple vista no es una tarea fácil. Más aun, en un país donde el liderazgo ha escaseado y cualquier persona que llegue a ser regidor de un ayuntamiento se cree que su destino es ser presidente de la Nación.

En efecto, construir una estructura de Poder democrática e incluyente, pasa de modo indefectible, por un proceso de construcción de liderazgo social y político. De ahí, la necesidad de recorrer campos y barrios, calle por calle, callejón por callejón, desde el camino real al conuco ofertando modalidades organizativas diferentes a las tradicionales.

La República Dominicana, adolece de un liderazgo medio que alumbre a su vez, un liderazgo nacional anclado en los intereses de las clases más pobre del país. Un liderazgo, que al tiempo de defender sin tregua los intereses que representa, proteja y ampare otros sectores sociales diferentes a los suyos. Un liderazgo cuyas acciones y decisiones sean el producto de un diálogo profundo entre las partes.

Es evidente, que la construcción de una red de líderes medios requiere conocer muy bien la forma de pensar de la gente. Pero, no es suficiente saber cómo piensa la gente, hay que hacer un ejercicio intelectual de interpretación de ese pensamiento. Una vez descodificada la estructura de pensamiento de la gente viene la tarea más difícil, hay que recodificarlo y devolverlo a sus generadores. Al regresar los pensamientos recompuestos a la gente, debe ser como fórmula de solución a los problemas socio-políticos del país. Además, deben aportar las herramientas de acción política que son las estructuras organizativas.

Está de más explicar que la red de líderes medios requiere una estructura que los articule. Una red requiere de tejedores o tejedoras. El arte de tejer implica articular y coordinar. 

El planteamiento que hago es tan viejo como el Estado mismo. En eso tiene razón Noé Gabriel que comento en el artículo pasado “Yo creo que este planteamiento no es algo nuevo o algo que nadie haya dicho antes. Este planteamiento lo eh llegado a escuchar y a leer más de una vez”. Ahora, si José “Pepe” Mujica se hubiera llevado de Aristóteles, hoy América Latina no tendría un ejemplo vivo de que se puede gobernar sin corromperse. Mojica es un modelo a tomar en cuenta para sustraerse de los privilegios superfluos que ofrece el Poder.

Es incluso, uno de los anatemas que hay que desmontar aquí, en República Dominicana. Estos espacios de poder alternativos, deberán obrar para que la gente saque de su mente que al gobierno se va a servirse, nunca a servir.

Otra inventiva es la de que los líderes nacen con esa condición, mentira, falso, ilusorio… El liderazgo es una construcción cultural, sociopolítica y como tal, se aprende con estudios, trabajo y contacto permanente con la gente. En suma, cualquier ser humano puede ser un líder si así lo decide y trabaja para ello. En ese orden, la propuesta de Félix Castillo, plasmada en una frase lapidaria es otro de los patrones guías para la construcción de este movimiento inclusivo.

-- Debemos promover el nacimiento de una nueva generación de dirigentes, que se atrevan a coordinar los trabajos de todos, a facilitar con su aporte la participación de todos, sin miedo a ser sustituidos por otros que habrán de llegar y continuar las luchas. -- (Félix Castillo 1960-1992).

El dilema está, según yo, en decidir si se quiere una reestructura que responda a tus intereses. O, si por el contrario, aspiramos a formar líderes y dirigentes que “continúen las luchas que iniciamos”.

¿Se puede propiciar el cambio ideal, el cambio que satisfaga a todos los actores por igual? Es evidente que no es posible.

¿Acaso los líderes de los partidos políticos y de otras organizaciones dominicanas tienen “miedo de ser sustituidos por otros que habrán de llegar y continuar las luchas”?

El problema no está en si es el PLD o el PRM, es un asunto de transformar el sistema completo de gestión pública en el país, incluyendo los propios partidos politicos.

Miguel Ángel Cid

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