Decir que “la sombra de la cruz pende sobre el país”, no es necesariamente una predicción que implica presagio de ‘mal agüero’. No, es para expresar que hay un cuadro que virtualmente señala las tendencias favorables y positivas del presente y el futuro; pero al mismo tiempo, puntualiza vaticinios de adversidades y desgracias.
En otras palabras, para los cristianos, la señal de la cruz representa el bien y el mal, cruzados en una lucha continúa en el mundo desde los albores de la historia de la humanidad.
Desde el segundo siglo de la era cristiana, la cruz es tomada como símbolo del poder de Dios, que se interpone a la fuerza del mal; es emblema de victoria sobre las titánicas luchas contra los poderíos de la malignidad; es distintivo de degradación y a la vez redención; es maldición y bendición.
La cruz es símbolo que metafóricamente muestra “el mal” que irrumpe en “el bien”; es la rectitud vertical que se interpone con la desvergüenza y falta de integridad en el plano horizontal; es el infortunio que intercede con la bienaventuranza; es fatalidad que interviene con bienestar; es como rayo vertical de luz que desciende y penetra la oscuridad.
La línea vertical de la cruz, puede ser tomada como la fe y la esperanza, que fortalece la plena seguridad de recibir lo que debe disfrutar toda la población del país. La línea horizontal puede señalar: la desconfianza en la justicia, violencias familiares, desasosiego por causa de los sicarios, temor de arrebatos de atracadores, constreñimiento económico, iniquidad de personajes influyentes en la política, abusos de empresas, hipocresías de religiosos, ultraje de medios de comunicación, carencia de servicios de salud, y el estado permanente de los marginados de la sociedad, entre otros males.
En verdad, la cruz es signo virtual de la plomada descendiente de la rectitud que intercede en el plano horizontal de la ignominia y la falta de observar las virtudes éticos-morales.
De manera innegable, la sombra de la cruz permanece sobre la nación dominicana reflejando condiciones positivas; pero simultáneamente se asoman realidades negativas de penumbras que oscurecen el ambiente en muchas áreas de las actividades sociales.
¿Qué podemos y debemos hacer, en este momento y los días por venir, para ayudar a disipar la serie de maledicencias, acciones negativas, que existen a todos los niveles y en todos los rincones de la sociedad dominicana?
Los que gobiernan están obligados a cumplir sus responsabilidades ejecutivas y administrativas. Los congresistas deben tener conciencia clara y transparente para pensar, formular y ofrecer leyes para beneficiar de manera justa y con dignidad a todos los componentes del conglomerado nacional. Las unidades de las Fuerzas Armadas y la Policía necesariamente deben cumplir con sus obligaciones de mantener la estabilidad, la seguridad y la equidad de manera digna de los derechos humanos. Los medios de comunicación, están llamados a dar informaciones fidedignas para orientar al pueblo de manera serena e idónea. Los dirigentes religiosos deben despojarse de dogmatismos, fariseísmos e hipocresías a fin de aconsejar y dirigir a los fieles y personas de buena voluntad, para así cumplir mejor como criaturas de Dios y amantes del prójimo. Los profesionales de todas las carreras y facetas de servicios deben ejercer sus pericias con entereza y conmiseración. Los empresarios necesitan tener conciencias susceptibles, para no exceder sus ambiciones de obtener ganancias exageradas. Los técnicos, los obreros y otros asalariados, deben cumplir, como mejor pueden hacerlo, según les corresponde.
Si cada uno hace correctamente lo que está asignado a su responsabilidad, con toda seguridad, la cruz que está colgando sobre el país, se tornará símbolo de victoria en el pueblo dominicano.