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Opinión | Leonardo Boff/Teologo de la Liberación

Hace ya bastantes años, científicos provenientes de las ciencias de la vida y del universo comenzaron a trabajar con la categoría del caos. Inicialmente también Einstein participaba de la visión de que el universo era estático y regulado por leyes deterministas.

Pero siempre escapaban algunos elementos que no se dejaban encuadrar en este esquema. Para armonizar la teoría, Einstein creó el "principio cosmológico", del que más tarde se arrepentiría mucho, porque no explicaba nada, pero mantenía la teoría estándar del universo lineal inalterado. Con el advenimiento de la nueva cosmología cambió completamente de idea y empezó a entender el mundo como un proceso ininterrumpido de mutación y autocreación.

Todo comenzó con la observación de fenómenos aleatorios, como la formación de las nubes, y particularmente lo que se vino a llamar el «efecto mariposa» (pequeñas modificaciones iniciales, como el revoloteo de las alas de una mariposa en Brasil, puede provocar una tempestad en Nueva York), y la constatación de la creciente complejidad que está en la raíz de la emergencia de formas de vida cada vez más altas (cf. J. Gleick, «Caos: creación de una nueva ciencia», 1989).

El sentido es éste: detrás del caos presente se esconden dimensiones de orden. Y viceversa, detrás del orden se esconden dimensiones de caos. Ilya Progrine (1917-2003), premio Nobel de Química en 1977, estudió particularmente las condiciones que permiten el surgimiento de la vida. Según este gran científico, siempre que exista un sistema abierto, haya una situación de caos (lejos del equilibrio) y esté en vigor una no linealidad, es la conectividad entre las partes que la genera un nuevo orden vital (cf. Order out of Chaos, 1984).

Este proceso conoce bifurcaciones y fluctuaciones. Por eso el orden nunca se da a priori. Depende de varios factores que lo llevan a una dirección o a otra.

Hemos hecho toda esta reflexión sumarísima (requeriría muchas páginas) para ayudarnos a entender mejor la crisis brasileña. Inevitablemente vivimos en una situación de completo caos. Nadie puede decir a dónde vamos. Hay varias bifurcaciones. Cabrá a los actores sociales determinar una bifurcación que no represente la continuidad del pasado que creó el caos. Sabemos que hay oculto dentro de él un orden más alta y mejor. ¿Quién va a desentrañarlo y hacer superar el caos?

Aquí se trata, en mi modo de leer la crisis, de liquidar el perverso legado de la Casa Grande, traducida por el rentismo y por los pocos milmillonarios que controlan gran parte de nuestras finanzas. Éstos son el mayor obstáculo para la superación de la crisis. Antes bien, ellos ganan con ella. No ofrecen ninguna subvención para superarla. Y tienen aliados fuertes, comenzando por el actual ocupante de la Presidencia y parte del Poder Judicial, poco sensible a la cruel injusticia social y a su superación histórica.

Necesitamos constituir un frente amplio de fuerzas progresistas enemigas de la neocolonización del país para desentrañar el nuevo orden, ausente en el caos actual, pero que quiere nacer. Tenemos que hacer ese parto aunque sea doloroso. En caso contrario, continuaremos rehenes y víctimas de aquellos que siempre pensaron corporativamente sólo en sí, de espaldas y –como ahora– contra el pueblo.

El caos nunca es sólo caótico. Es generador de nuevo orden. El universo se originó de un tremendo caos inicial (la gran explosión). La evolución se hizo y se hace para colocar orden en este caos. Debemos imitar el universo y construir un nuevo orden que sea inclusivo de todos, a partir de los últimos.