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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

 Hace tiempo que  los poderes universales iniciaron la inducción de la tendencia reduccionista del Estado. Logrado el objetivo del capital, los gobiernos latinoamericanos quedaron más débiles de lo que eran antes. Esta situación, marcó la suerte de los ayuntamientos como gobiernos del municipio.

Sí el gran Leviatán es debilitado, imaginen lo que pasaría con los ayuntamientos, a sabiendas que estos son las instancias básicas de poder del Estado.

En República Dominicana, un país débil con los espejitos traídos por los colonizadores, fue fácil venderle la privatización del Estado. Es por esto, que me parece importante la reapertura del debate sobre un tema de carácter y naturaleza pública como es la relación público/privado. “No creo que se trate de aislar sectores, sino de equilibrar la participación y representación jerarquizando la relación público/privado”, pero que quede clara la primacía del Estado.

Ustedes, los lectores, solo tienen que pensar que las playas dominicanas son propiedad privada casi en su generalidad. La Corporación de Empresas del Estado, conocidas como “CORDE” fue vendida al sector privado a precio de vacas muertas. Luego, ese mismo Estado readquirió varias de ellas, por ejemplo “las EDES” a precio de vacas gordas.

Como se ve, la relación es desigual, el empresariado siempre gana y el Estado comúnmente pierde. A esto se suma que los que ostentan el capital son evasores por antonomasia.

Ni hablar del oro de Pueblo Viejo y las riquezas minerales de Loma Miranda, resulta patética la manera como los ricos de siempre deciden sobre los recursos naturales del país.

El Plan de Desarrollo Estratégico de Santiago lo encabeza el CDES, no el Ayuntamiento. Esta, es una organización del empresariado de la ciudad. Aquí, también el Ayuntamiento es uno más. ¿No es el gobierno el gestor del desarrollo?  

Lo del Parque Central de Santiago, es solo un ejemplo abordado como un botón de muestra. En esta alianza, el Ayuntamiento fue emplazado a coger lo que le ofrecieron o quedarse fuera. ¿Qué le dieron? un puesto en el patronato y ya. Es como que yo, me meta a su casa a construir un jardín perimetral y de repente determine el rol que le toca a usted en ese jardín. ¿Usted, siendo el dueño de la casa aceptaría estas condiciones? De seguro que no.

Creo que las cosas podían tomar otro rumbo decisorio con los mismos resultados. No obstante, el capital lo quiere todo o nada. ¡Ojo!, el todo que quiere el capital no es más que el todo que genera riquezas, lo que da poco beneficio se lo dejan al Estado. Si no me crees, hágase las siguientes preguntas.

¿Por qué, el empresariado del norte del país reclama rabiosamente la donación del puerto de Manzanillo?

¿Usted sabe, que el expresidente Leonel Fernández les entregó el  puerto de Manzanillo a estos empresarios con el compromiso de que lo remodelaran para potenciar su operatividad?

¿Se enteró usted, que el Presidente Danilo Medina derogó la disposición de Fernández porque los empresarios se negaron a invertir y querían el puerto donado pero que el Estado lo remodelara?

¿Por qué el empresariado de Santiago defiende con tanta vehemencia su derecho a abrogarse la propiedad del Parque Central?

¿Por qué, si lo que quieren es proteger los bienes del “pueblo” no hace lo mismo con el Cuerpo de Bomberos y la Banda de Música Municipal?

Es cierto que el institucionalmente propietario del Parque Central entró como un arrimado al patronato. Igual de cierto es que en el historial de avatares el propietario nunca hizo conciencia de que él era el dueño, delegándole de hecho la propiedad a otros. A su pesar, la oligarquía santiaguera debió visibilizar jerárquicamente la representación del gobierno local.

Los famosos patronatos, instancias que “todo lo resuelven” son un truco burdo para despojar la gestión pública de sus competencias naturales. Le arrebatan la gestión y agregan la autoridad como un “tate” ahí. Así, cuando alguien reclama les dicen que el Ayuntamiento es parte del patronato.

Sería injusto, dejar de decir que los ciudadanos entran en este juego de manera irresponsable  en pro de recibir migajas de los beneficios generados.

Para nada quiere esto decir que abordar alianzas público/privadas para gestionar espacios sea imprudente, muy por el contrario. Ahora, lo que si debe suceder es, que en la alianza quede establecida la primacía de lo público sobre lo privado. O sea, que el Estado es el principal gestor y el Ayuntamiento es el Estado en el ámbito del municipio.

Ya lo dijo antes, el poeta Pablo Neruda, en el poema “Leyendo a Quevedo junto al mar” define con precisión el efecto devastador de los intereses, "Los intereses son como ciclones, rompen la tierra y todo lo que vive".