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Opinión | TAHIRA VARGAS GARCÍA

El pasado fin de semana se celebró la llamada “Marcha del millón” organizada por el movimiento “Marcha verde” en un recorrido por algunas zonas de la ciudad de Santo Domingo. El movimiento “Marcha verde” inicio las movilizaciones sociales contra la corrupción y la impunidad en enero del 2017 con una gran marcha que sorprendió positivamente a toda la sociedad dominicana por su peso social.

El hecho de que la marcha se haya catalogado como “Marcha del millón” generó fuertes debates en las redes sociales sobre si había o no un millón de personas en la marcha y si era posible hablar de éxito o fracaso a partir de que no cumplió con su objetivo en términos cuantitativos.

Es posible que en la pasada marcha no asistiera un millón de personas. Se puede caer en la trampa de reducir la mirada hacia la cantidad de personas movilizándose y dejar de lado la mirada a la manifestación desde su contexto como movimiento social.

El análisis de la “Marcha verde-marcha del millón” como movimiento social supone la identificación de sus rasgos como “forma de comportamiento colectivo” (Javaloy, Rodríguez y Espelt 2001). En esta forma de comportamiento colectivo se identifican, identidades, valores, actitudes y afectividades.

En el caso Marcha verde-marcha del millón encontramos muchos de estos rasgos, como son:

– Conciencia de derechos y ejercicio ciudadano.

– Sensibilización hacia diversas causas sociales con la integración de los distintos movimientos y sus demandas: movimiento de mujeres a favor de las tres causales, movimiento LGTBI, personas con discapacidad, dominicanos/as de ascendencia haitiana.

– Estimulo hacia la responsabilidad social.

– Ruptura con el estigma del “pesimismo social” atribuido a los estratos medios.

– Integración de múltiples demandas sociales de comunidades y provincias.

– Promoción de la cohesión social desde el fomento a la confianza en el cambio social y el arraigo territorial.

– Impulso de la creatividad y espontaneidad desde las distintas manifestaciones artísticas.

Definitivamente “Marcha verde” es un movimiento social que ha logrado una nueva forma de comportamiento social como tal. En ella se articulan grupos de distintas edades, territorios, intereses, estratos sociales e identidades con una demanda en común, transparencia y “fín de la corrupción-impunidad”. Siendo una práctica de ejercicio ciudadano intrínseca de la democracia y la institucionalidad. Esta demanda de transparencia debe convertirse en un estandarte en todos los estamentos de poder incluyendo el poder local.

En este movimiento se presentan nuevas formas de liderazgo y una forma de relación distinta con los partidos políticos. El gran desafío para Marcha Verde será el sostenimiento de la misma ante la cercanía del periodo pre-electoral.