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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Muchos creyeron, que el teatro de mal gusto era una característica exclusiva de los peledeistas. Poquito tiempo fue suficiente, para caer en la cuenta de que es una práctica generalizada de un modelo caduco de partidos políticos.

En efecto, el PLD, PRD y PRSC, nacieron al amparo de sus respectivos caudillos. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) tuvo a Juan Bosch como su progenitor. Bosch, desde el exilio había fundado 34 años antes el PRD. En otras palabras, el PLD surge en 1973 fruto de un desprendimiento del PRD.

En 1939, un grupo selecto de líderes opositores al régimen de Trujillo, desterrados por el dictador, se nuclearon y constituyeron el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Los exiliados, lo encabezaban Juan Isidro Jiménez Grullón y el Profesor Juan Bosch. El enfrentamiento entre los dos cabecillas, degeneró en la ruptura definitiva y Bosch quedó como líder único del partido blanco.

Sin temor a equívocos, puede afirmarse que el PRD es el partido mayor forjador de líderes nacionales y locales en República Dominicana. En esa cosecha, nació José Francisco Peña Gómez que en poco tiempo provocó los celos de su maestro Juan Bosch.

Las diferencias entre los principales líderes de la oposición, Bosch y Peña Gómez, se tornaron insalvables. En 1973, sucedió lo que se veía venir, Juan Bosch rompió con los perredeistas y formó tienda aparte. Diferente a la división anterior, esta vez fue Peña Gómez el único heredero del trono blanco.

El ajusticiamiento de Trujillo, dio pie a la desbandada de los protegidos del sátrapa. La estampida, abrió las puertas para que Joaquín Balaguer se erigiera como el mediador natural entre los despavoridos que maquinaban para quedarse con el mando. La mediación logró su objetivo, los trujillistas se cohesionaron y de paso, Balaguer se granjeó la confianza de los sectores más conservadores del país.

Es así, que Balaguer resurge como la única esperanza de los servidores de la dictadura para continuar gobernando sin Trujillo. Entre otras cosas, la situación dio nacimiento a lo que hoy conocemos como postrujillismo.

Los trujillistas, tenían cabeza postiza. Aun así, necesitaban una organización política que le abriera las puertas al mundo electoral. La necesidad parió el Partido Reformista, mismo que más tarde pasó a llamarse Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), bajo el amparo de su caudillo Joaquín Balaguer.

Los tres partidos, se desarrollaron tutelados por sus respectivos caudillos, Bosch, Balaguer y Peña Gómez. De ahí, que cayeran en el desbarajuste en la misma medida que sus guías desaparecían.

Tanto el PRSC como el PRD, involucionaron al mundo de los partidos minoritarios. En el caso del PLD, los analistas políticos creen que una vez se produzca su salida del gobierno no los salva ni el medico chino. Si caen, el desmoronamiento estrepitoso es inminente. 

Además del gobierno, lo que mantiene vivo el PLD es que logró forjar un grupo importante de líderes locales y hasta ahora ha conseguido mantenerlos cohesionados. El PRD es todo lo contrario, la incapacidad para resolver las contradicciones internas les ha impedido mantener unidos los líderes forjados por ellos en todos los niveles de la sociedad.

Por otro lado, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), igual que el PLD es hijo del PRD. El PRM es en la actualidad el principal partido opositor, prueba fehaciente del aporte del PRD a la formación de líderes políticos en el país.

Teóricamente, el PRM surge con la intención de negar los errores de los perredeistas. Los peledeistas todavía cacarean lo mismo. Sin embargo, cada día es más difícil notar las diferencias entre estos partidos políticos.

El Partido Revolucionario Moderno, se reveló temprano como uno más del montón.

A su pesar, los hechos indican que la sociedad dominicana deberá seguir esperando el surgimiento de una organización político-partidaria que marque la diferencia. Parece, que la ruptura con los esquemas tradicionales del partidarismo político, en vez de acercarse, se aleja.

Parafraseando a Silvio Rodríguez en “Alas de Colibrí” habrá que “fundar un partido de sueños, / sus miembro serán los tarados, enfermos, gordos sin amor, / tullidos, enanos, vampiros y días sin sol. Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar, / desaparecidos y sobretodo, deudores del banco mundial”.

No hay remedio que valga, solo “Ala de colibrí para la cura”.