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Opinión | Telésforo Isaac / obispo Iglesia Episcopal Dominicana

La ley de la gravedad atrae todo lo que está en el espacio abierto; pues todo cuerpo inerte en el espacio libre es atraído a la tierra y cae de manera invariable.

La ley moral, o la ley de la naturaleza humana es de obligación para los seres engendrados a imagen y semejanza del Creador, esta ley es vulnerable a causa de las violaciones, o comportamiento decente o indecente. Esto es el desvelo del cumplimiento o no de la virtuosa rectitud, o el desvío de la obligación a la ética-moral, o el mal uso del libre albedrío a causa de las debilidades y rebeldías del ser humano.  

El ser humano no es como un objeto inerte en el espacio abierto, o sea, por ejemplo, como una piedra. La piedra no tiene vida, más el ser humano tiene alma, vitalidad, corazón para amar, mente para pensar, voluntad propia para juzgar, tomar decisiones, dignidad para ser generoso, espíritu para ser altruista, benévolo, y capacidad para distinguir lo bueno de lo malo; en otras palabras, tiene comportamiento juicioso. En verdad, la ley moral está regida por la forma de proceder en lo que se hace en toda relación social.

La ley de la gravedad es una realidad absoluta e invariable, atrae todo objeto inanimado; más la ley de la moral es para encausar al ser humano a tener sentido común, sensibilidad emocional, amor, y las virtudes propias para las buenas acciones y relaciones interpersonales.

Es bueno, saludable, conveniente que las personas, los grupos, las comunidades; en fin, el pueblo tenga comportamiento que propicie la justicia, la felicidad, decencia, equidad, conmiseración, piedad, seguridad, autenticidad, a todos los que componen la sociedad de los seres creados a imagen y semejanza de Dios. Es necesario e indispensable que el individuo, los grupos, los seres humanos de todas clases y condiciones sean honestos, generosos, sinceros, sensibles, humildes, respetuosos, y sujetos que destellen virtudes de ética-moral.

Toda la sociedad sufre por el mal comportamiento de los individuos, los grupos de antisociales, estafadores, forajidos, facinerosos, y los que violan las leyes morales que son indispensables para la convivencia humana. 

En la historia de los acontecimientos en esta isla, hay innumerables hechos de comportamientos decentes y afables, pero al mismo tiempo hay hechos indecentes, injustos, desagradables, y violentos.

Entre los hechos más notables de comportamientos decentes o indecentes  de la ley de la naturaleza humana, cometidos por individuos, políticos, militares, mercaderes, religiosos de diáfana conciencia, ciudadanos de santo temor y buen sentido de escrupulosidad, se pueden mencionar dos relevantes acontecimientos: a) cuando Fray Antón de Montesinos en una voz profética irrumpe en el silencio de Dios, y llama la atención en una homilía que predicó en la celebración eucarística, un domingo de adviento en diciembre de 1511, reclamando  justicia y piedad por los habitantes nativos de las tierras de la América de ese entonces. Ese hecho está conforme a la ley de la naturaleza humana.

Contrario a la ley moral, está el abominable hecho del asesinato de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, el 25 de noviembre de 1960, las tres hermanas dominicanas que se opusieron fervientemente a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.  

Es menester que recordemos lo escrito en Deuteronomio 31:12 “Todo el pueblo deberá reunirse, tanto los hombres como las mujeres, y los niños y los extranjeros que vivan en sus ciudades, para que escuchen la lectura de la ley, y aprendan a respetar al Señor su Dios, y pongan en práctica todo lo que se dice en ella.”