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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Las primarias recién pasadas pusieron en evidencia el arte de manipular de los medios de comunicación de masas en nuestro país. En teoría, los mass media están para servir información veraz a la sociedad.

Los periodistas tienen la obligación de velar porque sus reportajes cumplan los criterios de calidad, verificabilidad y credibilidad. Pero leer los periódicos físicos y digitales, en estos momentos, se torna innecesario. Lo mismo aplica a la escucha de los programas de la radio y ver las transmisiones de la televisión. Todos ellos repiten, una y otra vez, las mismas noticias de la salida de Leonel Fernández del PLD.

El Dr. Fernández Reyna, quien fue derrotado en las primarias del 6 de octubre, denunció que le hicieron fraude, renunció del PLD y así desató una ola de renuncias de miembros y dirigentes del partido morado que le siguen. El lunes 28 de octubre pasado un grupo de 27 diputados peledeístas presentó su dimisión para pasar a las filas de “La Fuerza del Pueblo”, un partido hecho a la medida del tres veces expresidente.

¿Qué tienen de anormal estas tantas disidencias? Una revisión rápida basta para ver que más de 20 de estos diputados ya habían renunciado bajo otros alegatos.  Por ejemplo: entre ellos los hay que renunciaron como dirigentes en sus provincias, luego como miembros del Comité Central y ahora como diputados. Si el vicio sigue pronto renunciarán de sus amigos, de sus amantes y hasta de sus propias familias.

Éstas disidencias son como el acertijo de la serpiente a Eva: mitad verdad y mitad mentira. La generalidad de los medios de comunicación insisten en destacar los hechos a pesar de estar abultados. Varios de estos dirigentes han desertado tantas veces que debe rechinar en los oídos de los propietarios y directores de medios.

Veámoslo de esta manera: el Comité Central del PLD tenía 613 miembros, y ahora quedan 525 luego de la salida del León. 613 menos 525 es igual a 88. Esos 88 son los que han salido del PLD, no los 200 como, sin menor pudor, se afirma. Y entre esos 88 están los 6 renunciantes del Comité Político.

En la reunión del lunes 28 pasado del CC, asistieron 410 miembros según la supervisión de la Junta Central Electoral.

En ese sentido, el caso de Antonio Isa Conde llama la atención. Los medios publicaron una lista donde se da constancia de que éste había renunciado. En la citada reunión del CC, Isa Conde no sólo asistió, sino que aclaró lo falso de su renuncia. De igual manera se anunció la salida del senador Dionis Sánchez y el hombre sigue en el redil. ¿Qué pasó ahí?

Si le diéramos crédito a los reportes noticiosos y se suman los números de renunciantes es posible que la conclusión sea que en el PLD quedó poca cosa. Un cascaron, como ellos mismos, los disidentes, dicen. Si los lectores, radioescucha y televidentes hacen la confrontación de los nombres, caso por caso, se verá que los disidentes no alcanzan el 14% de la dirección nacional.

La práctica, además de malsana, es un desconocimiento burdo de los principios éticos del periodismo. Es cierto que a los propietarios de medios les toca trazar las pautas a seguir en sus empresas. Igual de cierto es que los periodistas deben exhibir un mínimo de respeto a la verdad noticiosa.

¿Será que los medios de comunicación no se han tomado la molestia de cotejar las diferentes listas de renunciantes del PLD?

O por el contrario, ¿será que los mismos medios se prestan al juego del Dr. Leonel Fernández consistente en hacer un bulto, cocer las percepciones y montar un sándwich con los hechos?

¿Qué impulsa a la oligarquía y la clase media dominicana a difundir noticias mitad falsas y hechos paralelos como si fueran los peajes sombras, a sabiendas de que la poca credibilidad que tienen se reducirá?

Los periodistas, igual los medios para los que trabajan, están obligados a cotejar los nombres de los disidentes peledeístas en cada caso. Seguir negados a ello sería insistir en un error.

Por el contrario, si se confirmó la noticia como debe de ser, he de suponer que se analizó y detectó la intención de abultar los hechos. Si a pesar de ello la empresa mediática insiste en publicar los hechos manipulados, esto va más allá del simple error. Asumir la manipulación de la noticia de manera consciente es una irresponsabilidad que cruza la raya de lo perverso. O se le acerca demasiado.

Es tiempo de que los propietarios de medios entiendan que el ejercicio periodístico se rige por criterios profesionales y éticos. Es tiempo de que los periodistas asuman su condición de profesionales de la comunicación. Es tiempo de que la oligarquía y la clase media, dueños de los medios, entiendan que los mass media deben informar con la verdad sin dejar de ser empresas.