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Opinión | Miguel Ángel Cid Cid/Consultor Internacional

Que se produzca una alianza entre macos y cacatas es un fenómeno irrelevante. Al fin y al cabo es la unión de agua y tierra. A lo que hay que ponerle cuidado especial es a identificar cuáles son los macos y cuáles son las cacatas. Y si ésa relación está combinada por los otros dos elementos de la antigua filosofía griega. El aire y el fuego.

En realidad la cacata es inofensiva. A no ser del tipo “viuda negra”. ¡Ay! Cuidadito que la viuda “es un pájaro pica y mata” y el remedio para la salvación te estigmatiza eternamente.

El mito se trae a colación a raíz de las alianzas recientes con miras a las elecciones de mayo 2020 entre los diferentes partidos políticos dominicanos. Algunos sectores son más considerados al calificarlas como ligas entre mansos y cimarrones. En la interpretación final, el resultado es el mismo.

¿Cuáles son las alianzas concertadas, hasta ahora, entre los partidos políticos? Son tres los bloques aliancistas.

Primer Bloque

La Unión Nacional Opositora (UNO), es el bloque encabezado por Luis Abinader y el ex presidente Leonel Fernández. A este acuerdo se suman el PRSC del Ing. Quique Antún y dominicanos por el Cambio (DxC), del también ex reformista Ing. Eduardo Estrella. Además, la Fuerza Nacional Progresista (FNP), un partido que tiene medio siglo como fuerza emergente y todavía no acaba de emerger y otras hiervas aromáticas, pero que su olor no es tan agradable.

Abinader preside el Partido Revolucionario Moderno (PRM), mientras que Fernández encabeza La Fuerza del Pueblo (LFP). Ambas organizaciones lideran la UNO. Pero aún no se sabe si el uno está encima del otro o si el otro del uno. Hay que esperar para saber.

Segundo Bloque

En el otro extremo de la arena está el Bloque Progresista, otrora Frente Patriótico, capitaneado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). El candidato del Bloque Progresista es Gonzalo Castillo, El Penco, pero conducido por el Presidente Danilo Medina.

Los Partidos Revolucionario Dominicano (PRD), Revolucionario Independiente (PRI) y el Liberal Reformista (PRL) se cuentan entre las principales agrupaciones políticas del Bloque Progresista. A mediado de la semana se les sumó País Posible y el Partido Nacional Voluntad Ciudadana (PNVC). Este último, encabezado por Ramfis Trujillo, nieto del sátrapa de América.

Tercer Bloque

Sin caer en la estigmatización, el tercer bloque aliancista podríamos llamarlo el “Bloque Minoritario”. Y no es menos importante por ser minoritario. Esta alianza es el producto de la fusión entre Opción Democrática y Alianza País (Alpaís) de Minou Tavárez Mirabal y Guillermo Moreno, respectivamente. Luego se sumó el Movimiento Patria para Todos y La Fuerza de la Revolución. Es evidente que la sociedad la preside Alpaís.

Es deseable que cuando los partidos políticos se sientan a discutir posibilidades de alianza, pongan sobre la mesa las variables político-ideológico. Es decir, que cada partido debe tener clarito que pierde y que gana al juntarse con otras agrupaciones. Las preguntas se imponen.

¿Valoró el PRM las posibles pérdidas al juntarse con Leonel Fernández, Vincho y Quique?

¿En qué pensó el PLD al momento de cerrar filas con el nieto de Trujillo?

¿Será que el PRM desistió de la tarea de enfrentar la corrupción en el Estado?

¿Sera verdad que los extremos se atraen y por eso el PLD le busca el lado a Ramfis Trujillo?

¿Estos bloques de alianzas habrán identificado las intenciones subliminares de quienes ahora duermen en cama ajena como si fuera la suya propia?

Lo primero que hizo Alianza País fue definir su política de alianzas. Allí dejó establecido que no se prestarían al “cambalache político-electoral” actual. Guillermo Moreno precisó “En Alianza País siempre apostamos a la unidad, pero sujetándola a principios y sin desvirtuar los altos propósitos políticos que perseguimos”.

Por lo que parece, entonces, el “Bloque Minoritario” ponderó sus afines político-ideológico y pactó una unión de principios. Dejaron de lado las ofertas de alianzas por candidaturas y puestos en el gobierno para priorizar ser coherente en la lucha contra la corrupción.

¿Tendrán razón moral? ¿Tendrán razón política?